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Confidencial: detalles para entender el caso Robert Moreno

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Selección Española El deseo de Luis Rubiales era sentarse con Luis Enrique tras la clasificación

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La abrupta salida de Robert Moreno de la selección española fue una asintonía de tiempos entre las pretensiones del seleccionador y el presidente Luis Rubiales, que no quería protagonizar un caso como el que vivió con Julen Lopetegui en vísperas del Mundial de Rusia.

Desde que Luis Enrique comunicó su imposibilidad de seguir al frente de La Roja por la enfermedad de su hija, Rubiales mantuvo un contacto continuo con el asturiano ayudándole moralmente en el terrible episodio que estaba viviendo. Tras varias visitas a lo largo de estos meses a Castelldefels, el 31 de octubre en Zaragoza, Rubiales, José Molina y Luis Enrique mantienen un encuentro en el que al final, y en ausencia de Rubiales, Lucho le hace saber al director deportivo que se siente con fuerzas para volver a entrenar, sin mencionar si es a un club o retomar los mandos de la selección, puerta que siempre estaba abierta. También ahí se hace latente el desencuentro personal y profesional que Luis Enrique tiene con Moreno.

Molina se lo hizo saber al presidente, que entendió que tenía que respetar al hombre que había logrado la clasificación hasta el final de la fase, momento en el que abordarían el tema en la cúpula directiva.

Llegó Cádiz, el partido de Malta, y Rubiales, ante los periodistas, para desmadejar informaciones que habían salido de otros nombres como sustituto, Ernesto Valverde por ejemplo, deja claro que se abre un periodo de reflexión para ver quién será el hombre que guíe a España en la Eurocopa.

El lunes por la mañana, Moreno manda dos whatsapp a Rubiales y Molina inquieto por saber cuál va a ser su futuro. El director deportivo le emplaza al martes para verse con el presidente y aclarar el asunto. El presidente desconoce las pretensiones reales de Luis Enrique -club o selección-, no quiere que el episodio de Lopetegui se repita, esta vez de informa inversa, por respeto a Moreno y considera que es mejor que se acabe el trabajo para abordar luego el problema. Molina, hombre de fútbol, también cree que el día de los partidos es sagrado.

Esa tarde salta la noticia revelada por Juanma Castaño en COPE y llega a oídos de Moreno, que se sienta en el banquillo con todo ya desatado. Al finalizar, entra en el vestuario visiblemente enojado, rompe a llorar y se niega a comparecer ante la prensa. La Federación se lo pide, pero él no se ve con fuerzas. Los jugadores internacionales que asisten al episodio consideran que ellos «no se van a comer el marrón» y tampoco efectúan declaraciones.

Lo que en la Federación pretendía ser una sucesión tranquila si se confirmaba lo que había esbozado Luis Enrique y con un gran reconocimiento a Moreno por su labor, terminó de una forma poco deseada.


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