La caseta es ese lugar donde nuestras mascotas descansan, duermen o se refugian cuando el tiempo no acompaña. Son, en definitiva, parte de su hogar y, por ello, deben estar adaptadas a sus necesidades específicas. Factores como la raza, el clima, los materiales de fabricación o el estado físico deben ser tomadas en cuenta a la hora de elegir estas casas para perros, ya que, de lo contario, podríamos perjudicar su salud y bienestar.
Por norma general, las casetas para perros deben contar con una serie de requisitos que garanticen que se trata de un lugar cómodo, en el que el perro pueda sentirse a gusto y en el que le guste o no le importe estar. Esto evitará también que adquiera hábitos indeseables en algunas circunstancias, como en aquellos casos en los que deseamos que nuestra mascota no entre en ciertas estancias de la casa.
El material de la caseta es uno de los primeros aspectos que debemos analizar. Para su selección, estudiar las condiciones de la zona en la que vivimos se convierte en un paso imprescindible. De este modo, no es lo mismo vivir en un espacio expuesto a las bajas temperaturas, que en otro en el que el calor o la humedad sean habituales. La madera, por ejemplo, es un material con propiedades aislantes, de manera que funciona eficazmente contra el frío. Por otra parte, frente a la lluvia, el plástico puede ser un buen aliado, al mismo tiempo que no se recomienda para zonas de altas temperaturas, ya que se recalienta más que otros materiales. De esta manera, no existe un material ideal o erróneo, sino que su elección varía según cada caso y deberá ir acorde con las condiciones meteorológicas del lugar.
El tamaño es el segundo factor a tener en cuenta para facilitar la comodidad de nuestro perro. Es evidente que una caseta muy pequeña no va a ayudar a conseguir ese bienestar, pero tampoco una caseta demasiado grande. Esto se debe a que en determinadas épocas del año, en las que hace más frío, tardará más en entrar en calor. En este sentido, la altura es un elemento muy importante y debe calcularse respecto a la propia altura del perro. De este modo, la caseta tendrá que medir entre un 25% y un 50% más que la altura de la cabeza de la mascota. Si nuestro perro tiene una altura de 50 centímetros, el techo de su caseta deberá entonces oscilar entre los 62,5 y los 75 centímetros.
Debemos también tener en cuenta la superficie en la que se va a instalar la caseta. Por lo general, es mejor que el perro duerma en un lugar en el que no haya tierra o césped, ya que además de ensuciarse, le dará una sensación más fría. Por ello, aunque se recomienda que la caseta se sitúe sobre una base por ejemplo de hormigón, es aconsejable colocar una pieza de otro material, como la tela, sobre el que el perro pueda acostarse y no directamente sobre el suelo. Las almohadas son una de las mejores opciones a este respecto. Para su elección deberá tenerse en cuenta, además de las medidas del perro, su peso.
La base sobre la que instalemos la caseta será también importante cuando tratamos de evitar que nuestro perro entre en contacto directo con todo tipo de insectos y parásitos, como las garrapatas. Para evitar este tipo de contagios es necesario realizar labores de limpieza de la caseta de manera regular, desinfectando tanto la almohada sobre la que el perro se acuesta, como limpiando el interior y el exterior de la propia casa del perro. Para realizar este proceso pueden utilizarse herramientas como una manguera. Sin embargo, deberemos ser muy cuidadosos y no dejar humedades tras la limpieza, ya que eso podría generar la aparición de hongos nocivos para el perro.
Aunque la alimentación no parezca un elemento directamente relacionado con la caseta del perro, en realidad sí debemos tenerla en cuenta. Aunque a menudo colocamos la comida de nuestros perros cerca del lugar en el que descansan, los envases en los que depositamos la comida y el agua no deberían estar dentro de su caseta. Esto evitará que cualquier movimiento del perro haga verter el líquido sobre el colchón en el que luego se acostará, facilitando así una mejor comodidad en el interior.
Por último, el precio también es un factor a tener en cuenta. Si bien es cierto que en el mercado existe una gran oferta de precios, la calidad de la caseta se sitúa con frecuencia en la otra parte de la balanza. Tras analizar todos los factores anteriormente citados (el material, los agentes meteorológicos, el tamaño tanto de la caseta como del propio animal, su altura, la limpieza…) obtendremos un intervalo de precios más preciso. En él, ya podremos jugar según las ofertas del mercado asegurándonos que nuestro perro vivirá en unas condiciones adecuadas, estando protegido frente a enfermedades. De esta manera, la caseta podrá ser para él su hogar, apeteciéndole entrar en contacto con él y permitiéndole sentirse cómodo en su día a día.