elena
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Tiene mucho de bueno cumplir años, sobre todo cuando la vida te regala cada día poder mirar por tu ventana y contemplar amaneceres, desde el mismo lugar, bien distintos, de una belleza que sobrecoge, y eso que mi ventana, simplemente, da a la zona común de nuestro edificio.

Cada mañana, mientras el café se calienta, me asomo, y contemplo el amanecer, a veces, como hoy, nublado otros, llenos de luz y de sol. Desde esa ventana he visto azueles intensos, rojos como el fuego, grises de melancolía, y es desde mi ventana donde escucho la radio que me narra la historia diaria de trasformación social y política que estamos viviendo, una realidad que, al final, por convulsa que parezca, me deja en la paz de mi ventana, aunque al fondo oiga como los antimonárquicos no han asistido a la sesión de apertura de esta legislatura, que ya no sé qué número hace, desde la décima.

Hace poco, cumplimos años, sí, mi melliza y yo, que nunca nos hemos separado desde hace más de medio siglo en un día como ese, y es así como en mis manos, mis amigos Felipe y Ángeles, dejaron caer:  Antes de la Lluvia y Lluvia Fina,  es así como Luis Landero, con sus palabras, me ha llevado a pensamientos, que a buen seguro nada tienen que ver con el contenido de sus frases al verterlas en el papel, debe ser porque a la par que le leía, tenía en mi cabeza las dramáticas cifras de paro en Extremadura, los datos de despoblación y exclusión social y  en mi cabeza también rondaba el incomprensible análisis de por qué una sociedad que sufre, confía en las fallidas políticas que nos anclan a una insoportable situación de marginalidad.

En las explicaciones, del profesor Landero, quise entender muchas cosas, en su forma de hablar de Darwin, transformé la cadena establecida, donde hay gatos hay menos ratones, donde hay menos ratones, hay más abejorros, donde hay más abejorros mejores campos de trébol y donde mejor y más abundante trébol, mejores vacas… y dónde ocurre esto la gente es más inteligente y tiene más posibilidades de mejorar su lugar en el mundo.  Quizá a los extremeños lo que nos falte es seguir su consejo, no somos lo suficientemente arrogantes, en el mejor de los sentidos, aunque seamos audaces y apasionados, y no sé si nuestra falta de originalidad, esa de apostar siempre por lo mismo, por lo más cómodo nos esté agostando para siempre.

Extremadura tiene que mutar, esa semilla de originalidad debe brotar cuanto antes porque no podemos permitirnos, que el campo esté abocado a dejar yerma la tierra, a que nuestros hijos la abandonen y nuestros mayores se queden solos.

En la paz de mi ventana, también cambia el paisaje como debe cambiar de rumbo nuestro destino antes de que la luz se apague, creo en la gente y en la tierra, en el valor y en la lucha, creo que una Extremadura mejor es posible porque los extremeños no podemos languidecer de la mano de un gobierno sin ideas, sin pulso, muerto;  incapaz de provocar la trasformación inteligente que merecemos, creo cada vez más cerca  que las mejores cosas que nos rodean  están por descubrir y eso tenemos que hacerlo posible entre todos.


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