Siempre me sorprende la contradicción en la que entra la izquierda que defiende vehementemente que la mujer pueda abortar por no poder tener recursos económicos y disponer de su propio cuerpo, y al mismo tiempo se horrorizan y afirman que una mujer no puede ofrecer servicios sexuales, de boquilla claro, porque para puteros y abusadores no acaban de tener sitio. Si el aborto no se realiza voluntariamente sino por necesidad económica, nada más sencillo que financiar la maternidad en unos términos tan concluyentes que el aborto no sea una opción.
Dicho lo anterior, la vida humana es el valor más grande que tenemos en la tierra, y la práctica del aborto la eutanasia, o la pena de muerte deben considerarse como fracasos de una sociedad que se proclama moderna o avanzada, pero que práctica la muerte como en los tiempos más oscuros de nuestra historia. Y desarmando falacias, decir primero, que no se dispone del propio cuerpo, sino de uno ajeno. Cuando no se tenía conocimiento científico suficiente, se podía pensar que el no nacido era una parte del cuerpo de la mujer, pero ahora es sabido que es un cuerpo distinto, cuya evolución si afecta al cuerpo de la mujer, su madre, pero no es parte del mismo, por lo que na indisponibilidad de esa nueva vida, de ese ser humano, debería ser absoluta. Y efectivamente puede ser en muchos casos por cuestión económica, cosa fácilmente solucionarle. Bastaría con implementar una ayuda, digamos de 3.000 euros por 18 meses y atención médica completa y preferente para los embarazos no deseados, con compromiso de entrega en adopción sin recepción alguna del recién nacido para que desapareciese el problema, e incluso revertirlo, es decir, que habría embarazos para acogerse a la ayuda, consiguiendo un incremento de la natalidad.
Hay una razón más profunda, egoísta, psicológica y de responsabilidad en la que se sostiene el aborto: con la muerte del no nacido se rompe el lazo psicológico de maternidad, que se mantiene en el tiempo caso de sobrevivir el hijo, y se interrumpe la sensación de responsabilidad, que en ocasiones es un constante recuerdo y la de abandono ,en el caso de la adopción pactada, prefiriéndose cortar con la muerte, a saber de por vida que se dejó un hijo en manos de otros, comportamiento tremendamente egoísta, con el que tampoco desaparece el problema del remordimiento que se da siempre, por eso las continuas pesquisas para saber de los hijos no criados. En la óptica abortista es más sencillo matar, una descarga de responsabilidad, nadie tendrá que criar, dar estudios y casa, y tampoco se tendrá la sensación de abandono, porque el hijo ya no está en este mundo, y en consecuencia no se le puede buscar. Todo esto lo soluciona una adopción moderna, incluso con acceso o compartida, al modo de los hijos en separaciones y divorcios, atemperando la cuestión fundamental, que es de vida y no de muerte, que no es otra que la relación materno-filial en el supuesto de un hijo no deseado. Todos hemos pasado en nuestra vida por el momento temporal en el que la ley permite acabar con la vida, nuestras madres no lo hicieron, por eso estamos aquí… pero cuantos seres humanos han dejado de estar como consecuencia del aborto, ¿cuántas vidas truncadas?
Sabemos lo que piensa y hace Ayuso al respecto, pero, ¿sabemos algo de Guardiola? En Extremadura, hay elecciones en 20 días, sería bueno saber, para votar con responsabilidad, ¿Dónde está el Partido Popular de Extremadura en estos asuntos? Es una de las cuestiones a dirimir, pues mueve un voto que es de conciencia, y no es pequeño.
Rodolfo-Francisco Orantos y Martín-Requejo
Doctor por la Universidad de Extremadura. Premio Extraordinario de Doctorado






