justicia

El aborto, un debate superado

No por ser sabido que el Gobierno ha puesto en marcha este asunto por su interés en tapar otros, cabe la pena obviarlo, no para abrir un debate político, sino para abundar en la idea de un debate superado. Superado porque los condicionantes sociológicos que impusieron la legalización del aborto, que no es un derecho, han desaparecido, si bien la izquierda se agarra a esta práctica como a una bandera, obviando que las circunstancias que la hicieron posible ya no existen.

Efectivamente y sin ir más lejos, durante el siglo XVIII, XIX, y buena parte del siglo XX, ser madre soltera, era un signo de estigmatización social terrible, tener, permítanme la expresión, una piara de hijos también, la medicina era una sangría que no solucionaba el siempre complicado problema de la elección entre la madre y el hijo, y en definitiva la opción de abortar se convirtió en una solución para no ser objeto de marca social, para no tener más hijos, o para evitar embarazos terapéuticamente complicados, opción que era más deseable y más común entre las partes más desfavorecidas de la sociedad, los pobres, pues los más favorecidos, los ricos, gozaban de mayores recursos de todo tipo, ello en un escenario de una descarnada desigualdad social.

Todo ello ha desaparecido, pero la izquierda, fija en sus mitos y en sus anclajes ideológicos insufribles, no quiere enterarse; hoy con múltiples formas de familia nadie se escandaliza por un hijo sin padre, o con dos madres, o con dos padres, no se suelen tener tantos hijos, y la medicina está en las antípodas de lo que era, por lo que el recurso legal que hace posible que se quite la vida a un no nacido, se me antoja primitivo, propio de otras épocas, “demodé”, tan bárbaro, visto con el prisma del siglo XXI, lo que no es del todo correcto, como la indudable legalidad de la esclavitud hasta mediados del Siglo XIX.

Y es que la ciencia ha avanzado tanto que es posible afirmar que la vida, y por ello la persona, lo es desde el mismo momento de la concepción, lo que por otra parte no necesitaba demostración pues todos hemos pasado por el momento temporal en el que se practican los abortos, y todos nos hemos desarrollado después como humanos y personas, llegando a lo que somos, siendo terrible pensar tras esta sencilla afirmación, que a los abortados s les hurtó con una práctica de muerte, la posibilidad de llegar a ser lo que los demás somos, terrible decimos de nuevo.

Hoy en día las técnicas para prevenir un embarazo son múltiples y de acceso ilimitado, algunas muy antiguas y eficaces al cien por cien, no me atrevo a decir que quien queda embarazado, es cosa de dos por eso lo escribo de forma que hace referencia a ambos géneros, lo es porque quiere, pero siempre puede evitarse, teniendo uno amplísimo abanico de posibilidades hoy en día. Pero llegado el supuesto, nuestra sociedad occidental avanzada, democrática, solidaria y justa, no puede tener como solución la interrupción del desarrollo de un no nacido, que daría sin duda lugar a una persona como las que conocemos.

Implementar servicios sociales, prestaciones económicas, atención de todo tipo para las madres con embarazos no deseados durante el tiempo del mismo y después, y la seguridad de la adopción legal por padres y madres que deseen tener hijos, o más hijos no es algo inalcanzable, sino todo lo contrario, requiere norma, regulación y presupuesto, como tantas otras cosas que se hacen hoy en día para asuntos menos relevantes.

A estas alturas el lector ya habrá comprendido nuestra oposición frontal al aborto, pero nuestra percepción del derecho a la vida es más amplio, por ello también nuestra oposición frontal a la pena de muerte, y a la eutanasia, se podrá decir que por razones morales, que efectivamente lo es, pero también en esto llegamos más lejos, pues al margen de creencias, tirar por la borda más de 100.000 vidas humanas en el escenario de desierto demográfico en el que nos encontramos es aberrante, otra forma de suicidio colectivo, que también rechazamos como una forma más de eliminación anticipada de la vida, decisión que, en el marco natural en el que nos desarrollamos, no toma ningún ser vivió por decisión propia o de sus semejantes.

Termino, quizás no lo veamos, pero dentro de algún tiempo el aborto se verá tan incompresible para la sociedad futura, como la actual ve ahora la esclavitud o la discriminación por razón de género u orientación sexual, y seguirá viéndose horrible, mientras tanto que el Gobierno siga con sus cortinas de humo, no le saldrá bien.

Rodolfo-Francisco Orantos y Martín-Requejo

Doctor y premio extraordinario de doctorado por la Universidad de Extremadura.