Las parejas suelen pensar que el verano les ayudará a reavivar su relación, pero en realidad, el tiempo extra juntos a menudo pone de manifiesto los problemas matrimoniales.
Estudios han demostrado que muchas parejas deciden separarse o divorciarse al final del verano, coincidiendo con el fin de las vacaciones de verano.
Durante el periodo vacacional, aunque parezca un tiempo de tranquilidad y paz, puede incrementar la carga emocional y el estrés en las parejas que ya arrastraban una crisis previa, lo que motiva discusiones y malestar.
Además, si hay hijos menores de edad, es fundamental afrontar la separación o el divorcio de manera que afecte lo menos posible en su día a día
Curiosamente, también se observa un aumento en los divorcios durante el mes de marzo. ¿A qué se debe esto, meses después de las navidades? Las parejas necesitan tiempo para aceptar la realidad, reunir el valor de encontrar un abogado o poner sus finanzas en orden.
En situaciones de crisis, la comunicación es fundamental. Concretar lo que cada uno quiere y pensar en el bienestar de los hijos es esencial.
Si se ha decidido comenzar el proceso de separación o divorcio después del verano, es recomendable buscar acuerdos consensuados y asesorarse con un abogado de familia antes de considerar un procedimiento contencioso.