R. DEx, 18 de mayor de 2025.- En una tarde cargada de tensión, pasión y esperanza, el Club Polideportivo Cacereño firmó este domingo una de esas páginas memorables que se graban en la historia del fútbol local: venció por 2-0 al Real Ávila en un encuentro eléctrico, con prórroga incluida, que le permite disputar la final del play-off de ascenso a Primera Federación.
El Estadio Príncipe Felipe se convirtió en un hervidero. Más de 6.600 espectadores tiñeron de verde las gradas, generando un ambiente digno de las grandes gestas. Y la afición respondió, empujando a su equipo en cada balón dividido, en cada carrera, en cada grito que resonó como una plegaria colectiva.
El partido fue una batalla de estrategias y nervios, donde el gol inicial del Cacereño devolvió la fe y la emoción a un equipo que necesitaba igualar la eliminatoria tras el 2-0 encajado en la ida.El reloj avanzaba con crueldad, y la prórroga se convirtió en el único camino posible para seguir adelante.
Y entonces, en el minuto 97, cuando el cansancio comenzaba a arañar piernas y pulmones, llegó el gol que desató la locura. Un tanto agónico, valioso como el oro, que ponía el 2-0 en el marcador y abría de par en par la puerta de la final. No hubo necesidad de penaltis: la mejor clasificación del Cacereño en la fase regular decidió la eliminatoria.
El pitido final fue un estallido de júbilo. Abrazos, lágrimas, cánticos y bengalas alumbraron el césped de un estadio que, por momentos, pareció elevarse con los sueños de toda una ciudad.
El equipo verdiblanco, que ha mostrado madurez, coraje y una identidad muy definida a lo largo de toda la temporada, se encuentra ahora a un paso del ascenso. Una última eliminatoria lo separa de la Primera Federación, la antesala del fútbol profesional.
La afición ya ha demostrado que está preparada. El equipo, también. En Cáceres, el fútbol no solo se juega. Se sueña. Y este sueño, por fin, empieza a parecer real.