En el mes de Noviembre de 1918 se firmó el armisticio que dio fin a la primera guerra mundial. Un horror que produjo diez millones de muertos, soldados y población civil y varios millones de heridos que sufrieron lesiones graves, muchas de ellas incapacitantes.
El pasado año los mandatarios de todo el mundo se dieron cita en Paris en el aniversario de la firma en recuerdo de aquella grave contienda y para pedir que no vuelva a producirse otra situación como esta. Se pactó más tarde, en 1919, el Tratado de Versalles, un gran Convenio de contenido jurídico social que se impuso al imperio alemán para dar por finalizado el conflicto de la guerra pero ni la experiencia ni este gran acuerdo sirvieron para vislumbrar una paz duradera y más tarde, pocos años después volvió a reproducirse otro enfrentamiento, la Segunda Guerra que fue igual de sangrienta que la anterior. No sirvió la experiencia. Se reprodujo el encono.
Un hecho no muy conocido es que en la provincia de Cáceres, muy cerca del pueblo Cuacos de Yuste, declarado Patrimonio Europeo, al lado del Monasterio de Yuste donde el emperador Carlos quiso vivir sus últimos años, se fundó hace unos años un “Cementerio Alemán”, en el que están enterrados 200 soldados caídos en la primera y segunda guerra mundial. En las tumbas, muy cuidadas figura una cruz, con el nombre, la fecha del nacimiento y la graduación del militar. Sobrecoge la extrema juventud de los militares. El escritor Elías Moro escribió un bello poema sobre este camposanto: “Cada cruz sobresale del cuerpo del dueño, joven extranjero que reposa en otra tierra y allá van, como una cuerda de presos hacia el olvido y la memoria.”
Son numerosos los alemanes que visitan con frecuencia este lugar para recordar con gran respeto a aquellos que se sacrificaron con tierna edad y que trae tan tristes recuerdos. Cada año se realiza un acto de recuerdo como ha sucedido este mes de noviembre de 2019. Hay una pequeña capilla para aquellos que quieran rezar una oración.
El lugar puede localizarse fácilmente a 28 kilómetros de Plasencia con preciosas vistas a la sierra cacereña. Las obras se realizaron por el arquitecto placentino José Pérez Curto que empleó piedra berroqueña y tiene gran belleza. Conmueve la visita.
El cementerio se construyó en 1983 en un gran terreno de 7.000 metros, con flores, olivos, robles e higueras donde reposan 26 soldados de la primera guerra y 154 de la segunda. La mayoría pertenecen al ejército del aire y a la Marina de Guerra Un embajador de Alemania en España inauguró el camposanto expresando el horror de la contienda, el inmenso dolor sufrido y recordando en su visita que las lecciones del pasado no deben olvidarse.
Otros muchos pueblos de Extremadura son verdaderas preciosidades rurales que pueden visitarse al llegar a este lugar de reposo: Jarandilla de la Vera, está muy cerca, tiene una preciosa campiña. Extraordinario es el Castillo de los Condes de Oropesa donde residió Carlos V mientras finalizaban las obras del Monasterio de Yuste. Es maravilla también: Jaraíz de la Vera lugar muy conocido porque en él se cultiva el extraordinario pimentón, famoso en todo el mundo y Garganta la Olla pequeño y hermoso municipio en la zona llamada la Suiza Extremeña.
Este lugar en el que se encuentran los restos de tantos soldados, debe hacernos reflexionar y recordar que el Tratado de Roma y otros Tratados de la Unión Europea han conseguido la paz de los últimos cincuenta años en toda Europa y que sirva de ejemplo para no olvidar y para reconsiderar la consecuencias de una contienda que tanto sufrimiento ha producido.