central de almaraz

El cierre de la central nuclear de Almaraz representa no solo la pérdida de empleos sino el temor a un declive económico irreversible

La localidad de Almaraz, en la comarca cacereña de Campo Arañuelo, se enfrenta a un futuro incierto. El alcalde, Juan Antonio Díaz, ha expresado la preocupación de la población ante el anuncio de la Empresa Nacional de Residuos Radioactivos (Enresa) sobre la licitación para los trabajos previos al desmantelamiento de la Central Nuclear de Almaraz. Con aproximadamente 4.000 personas vinculadas laboralmente a la central, el cierre representa no solo la pérdida de empleos sino el temor a un “declive” económico irreversible.

Díaz ha criticado las “trabas” impuestas por el Gobierno central, que parecen acelerar el fin de una era para la central, cuyo primer reactor está previsto cerrar en noviembre de 2027 y el segundo en octubre de 2028. Sin embargo, el alcalde se muestra desafiante: “Vamos a luchar para que no sea el principio del fin”. La energía nuclear, considerada “verde” y “limpia” por la Unión Europea, es vista por Díaz como una oportunidad para que Almaraz “siga funcionando”.

El consistorio planea presentar un estudio de impacto socioeconómico para evitar el cierre de una central que contribuye con el 8% de la energía nacional. El alcalde hace un llamado a la movilización popular para enfrentar una situación que califica de “caótica”.

La opinión pública local refleja el descontento. Eugenio Porras, empresario de la región, rechaza la idea de reemplazar la central por campos de placas solares que no ofrecen el mismo nivel de empleo. Felicitas Blázquez y Vicenta, residentes de Almaraz, lamentan la pérdida de ingresos y la posible migración forzada que podría seguir al desmantelamiento. La central, con todos sus desafíos y beneficios, es vista como el pilar económico de la comarca.