El cuerpo en flujo: claves para mejorar nuestras experiencias corporales diarias

El cuerpo en flujo: claves para mejorar nuestras experiencias corporales diarias

Mihaly Csikszentmihalyi nos enseña a través de su famoso libro `Fluir. Una psicología de la felicidad´ la manera de incrementar la “calidad de la experiencia” y responder a preguntas como ¿qué es lo que realmente hace felices a las personas? O ¿cuál es el fundamento de que la vida merezca ser vivida?

 

Entre otros muchos temas, Mihaly dedica un capítulo a hablar sobre el cuerpo en flujo, del que segura no estar aprovechado. Las potencialidades casi ilimitadas para el disfrute que el cuerpo ofrece parecen estar a menudo inexploradas, pues pocos aprenden a moverse como un acróbata, a ver con el ojo de un artista o a degustar con la sutileza de un gastrónomo, apunta el psicólogo. Oportunidades al alcance de todos que se consiguen a través del dominio del cuerpo y los sentidos, y que nos abren un camino de posibilidades para mejorar nuestra calidad de vida.

Mihaly expone que todo lo que el cuerpo puede hacer es potencialmente agradable, aunque hay mucha gente que ignora esta capacidad y use su físico tan poco como le es posible, dejando inexplorada su capacidad para proveer flujo. Fluir, que da título al libro, es la palabra que el psicólogo emplea para denominar el momento en el que nuestra conciencia está en armonía, ese momento en el que nos abstraemos de todo lo demás no solo para concentrarnos en lo que estamos haciendo, sino también para disfrutarlo.

Para conseguir fluir mediante nuestro cuerpo, se deben educar los sentidos con el fin de disfrutar al máximo de las experiencias agradables que nos ofrecen. Si dejamos que las funciones del cuerpo se atrofien, la calidad de vida merma. Si se toma conciencia de lo que el cuerpo puede hacer, y se aprende a imponer orden sobre las sensaciones físicas, la armonía de la conciencia está asegurada. Músculo y cerebro deben de involucrase de una forma equilibrada.

 

La alegría del movimiento

El deporte y la gimnasia no serían los únicos medios de experiencia física que utiliza el cuerpo como fuente de disfrute, apunta el experto. Una amplia gama de actividades emplea movimientos rítmicos y armoniosos para proporcionar flujo. Ejemplo de ello sería el teatro, o el baile, desde el practicado por la tribu más aislada de Nueva Guinea, pasando por la compañía de ballet de Bolshoi hasta llegar a los bailes de los más jóvenes en las discotecas. No importa el tipo de baile ni el lugar en el que se practique, sino lo que puede llegar a hacer sentir. Y no hace falta ser un profesional para disfrutar del control de las potencialidades expresivas del cuerpo.

 

El sexo como flujo

En cuanto a la sexualidad, Mihaly nos cuenta que es una de las experiencias más universalmente recompensables, probablemente solo superada por la necesidad de sobrevivir, de beber y de comer. Pero el sexo no tiene por qué ser siempre agradable, ya que depende de lo que sucede en la conciencia de quienes se involucran en él. La estimulación sexual es generalmente placentera, pues estamos programados genéticamente para obtener placer de la sexualidad, el modo inteligente con el que la evolución ha garantizado la supervivencia de las especies.

Pero si no se trabaja, el sexo puede llegar a ser aburrido. No se requiere de habilidades especiales para disfrutar del sexo, pero sí se necesitan fortalecer ciertos aspectos para que este no se convierta en algo tedioso. El erotismo es uno de ellos, con manuales como el Kama Sutra y The Joyo f Sex, que ayudan a variar la actividad sexual.

Por otro lado, Mihaly apuesta también por el cortejo, la forma de compartir sentimientos entre amantes, las promesas y los rituales de noviazgo que, además de placentero en el proceso, también puede llegar a ser agradable. Algo no solo reservado para jóvenes o las personas con tiempo libre.

En tercer lugar, además del placer físico y del disfrute de una relación romántica, la sexualidad empieza a experimentarse cuando aparece el cariño, ya que se presentan nuevos desafíos: comprender a la pareja, disfruta de ella como una persona única o ayudarla en sus metas. La sexualidad aquí se convierte en un proceso muy complejo, capaz de ofrecer experiencias de flujo toda la vida.

Es complicado que una pareja no se aburra con los años, por lo que es necesario buscar nuevos retos en compañía, experiencias y motivaciones, para que la experiencia de flujo que ofrece la sexualidad no se marchite tras haber disfrutado de todos los desafíos físicos iniciales. Para ello, hay que cultivar también los anteriores: el cariño y la conquista.

 

El control definitivo: el yoga y las artes marciales

Mihaly nos cuenta como prácticamente somos unos inexpertos en el dominio del cuerpo si nos comparamos con las grandes civilizaciones orientales, aunque la civilización occidental sí es una experta sobre la energía material. La sociedad perfecta debería ser capaz de encontrar, según Mihaly, un equilibrio saludable entre el mundo espiritual y el material.

Para ello, propone acercarnos a uno de los métodos orientales más antiguos y difundidos para adiestrar al cuerpo, el yoga, cuyas afirmaciones coinciden con algunas áreas acerca de la psicología de flujo. Entre sus etapas está la yama, destinada a alejar y limitar los pensamientos y actitudes que nos dañan. O las asanas, que consisten en aprender a dominar determinadas posturas durante largos periodos de tiempo sin sucumbir a la tensión o a la fatiga.

El yoga sería, junto a las incipientes artes marciales en el mundo occidental, una de las actividades con mayor planificación de flujo existentes hasta la fecha. Su objetivo final es el mismo que se pretende conseguir mediante el flujo: una involucración gozosa en la que uno se olvide de sí mismo mediante la concentración, la cual a su vez es posible por una disciplina del cuerpo.

 

El goce de ver

Ocasionalmente las personas se permiten “disfrutar de la vista” con un buen paisaje o un bonito cuadro, pero es difícil encontrar a alguien que haya cultivado sistemáticamente la potencialidad de la visión.

Las habilidades visuales pueden ofrecernos un acceso ilimitado a experiencias agradables, y las artes visuales son uno de los mejores campos para entrenar estas habilidades, pues la mayoría de las personas que tienen verdaderos flujos frente a lo que ven, son aquellas personas que las cultivan diariamente. Pero no solo mediante el arte. Un ojo bien entrenado puede realmente disfrutar hasta del paisaje más corriente.

Es necesario un entreno previo para ver en el paisaje que dejan los tejados un cierto aire de los trabajos de Sheeler. Sin cultivar las habilidades necesarias, uno no puede esperar el disfrute al practicarlas, y el goce de ver es, además, una actividad que todos pueden permitirse.

 

El flujo de la música

En todas las culturas conocidas, la ordenación del sonido de maneras que agraden al oído se ha usado para mejorar la calidad de vida. La música enfoca la atención de los oyentes en modelos adecuados al estado de ánimo deseado: música para bodas, funerales, para bailar, para facilitar el romance…

La música, información auditiva organizada, ayuda también a organizar la mente del que la escucha, nos aleja del aburrimiento y de la inquietud y puede llegar a inducir a experiencias de flujo. Y las gratificaciones son aún mayores para los que aprenden a hacer música, pues consiguen con sus habilidades remover en las personas sentimientos de toda índole.

No se trata de oír, sino de escuchar. Por ello es difícil hallar flujo en la música si solo la oímos y no la escuchamos. Y aquellas personas que han conseguido sacar el máximo partido a la música, realizan una serie de rituales para disfrutar realmente de ella: horas específicas para oírla, facilitar la concentración bajando las luces o eligiendo el lugar más cómodo para hacerlo. Rituales que inducen a prestar la máxima atención a lo que se está escuchando para así encontrar lo que realmente nos gusta y que nos haga disfrutar.

 

El disfrute del gusto

Comer es otro de los placeres básicos que reconoce nuestro sistema nervioso, y la preparación de los alimentos ha evolucionado en la historia según los mismos principios que todas las demás actividades de flujo.

Cada alimento proporciona muy diferentes opciones de preparación, que se multiplican al mezclase con otros alimentos. Olores, sabores o texturas dan infinitas opciones para elaborar productos, por lo que es casi infinita la gama de experiencias de flujo que puede evocarse con un número relativamente limitado de ingredientes comestibles.

Pero muchas veces no se pone atención a lo que se come y, para transformar la necesidad biológica de alimentarnos en una experiencia de flujo hay que empezar por prestar atención a lo que uno come. Desarrollar un paladar selectivo requiere inversión, como cualquier otra habilidad, y no exclusivamente de dinero. Los mayores expertos en habilidades culinarias llegan a conseguir recrear no solo los alimentos que se degustaban en determinada cultura, sino también el momento, el ambiente culinario de la región en cuestión mientras se está degustando.

Para todas las posibilidades de disfrute que nos ofrece el cuerpo, Mihaly nos deja claro que la represión no es el camino hacia la virtud y que la prohibición a nosotros mismos de determinadas cosas mediante el temor hace que nuestras vías queden disminuidas. Nos convertimos en personas rígidas y defensivas cuya personalidad deja de crecer cuando nos prohibimos probar determinada comida o caemos en el exceso de ella. Y así con todos las habilidades de nuestro cuerpo que potencian u ofrecen flujo.

Únicamente mediante una disciplina libremente elegida la vida puede ser disfrutada y mantenida todavía dentro de los límites de la razón. Si una persona aprende a controlar sus deseos instintivos, no porque tiene que hacerlo, sino porque quiere hacerlo, podrá disfrutar de sí mismo sin llegar a ser adicto. Entre no cultivar las habilidades de nuestro cuerpo y llegar al extremo con una o cada una de ellas hay un paraíso de posibilidades de experiencias de flujo que se pueden conseguir. Todos podemos mejorar nuestra calidad de vida explorando una o varias de las dimensiones ignoradas, en muchas ocasiones, de nuestras capacidades físicas.