fray bartolome de las casas
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Aquí un servidor, que suscribe estas líneas, vive en una avenida ancha, kilómetro de larga, que parte de la que se llamó Plaza de los Alféreces Provisionales y llega hasta la amplitud previa al coso taurino de la Era de los Mártires. La avenida de Hernán Cortés, para que ustedes sepan. Hernán Cortés, un español insigne, dotado de una inteligencia, un valor, una audacia y un talento como ha habido pocos.

 Los mojigatos ultras indigenistas me estarán poniendo bueno; ahora bien, me importan un bledo y un comino. Orgullosísimo de un compatriota como Hernán Cortés que, amén de español, era de Medellín, en el centro de esto que se conoce como Extremadura.

A vueltas con el Descubrimiento y la Conquista. Lo que hicieron los españoles entonces no lo ha hecho nadie. Bueno, sí, los romanos. Han sido los dos imperios que, cuando conquistaron, poblaron, civilizaron y se mezclaron con los naturales de las tierras conquistadas. Los demás, una higa, una verga, una m…..

Dejemos ahora lo de las encomiendas, las extracciones de oro y plata y la disminución de la población indígena (por la espada no, por los virus). Dejemos también el idioma universal, los cientos y miles de monumentos,  universidades, palacios, iglesias, catedrales, hospitales y todo tipo de ciudades que diseñaron y construyeron aquellos barbados. Vamos a dejar todo eso. ¿Quién inventó el libelo más infame que pudo imaginarse contra la obra de España en América?

Creo que era sevillano. ¿Cómo pudo ciudad tan bella engendrar semejante hijo tan malvado, fatuo, envenenado, resentido  y todo lo que se diga es nada? Se fue, el rufián, a las Indias a medrar; pero como no tenía lo que hay que tener para unirse a los conquistadores, fracasó como encomendero y acabó calzándose el hábito de dominico.

Ya sabe usted que me refiero a Bartolomé de Las Casas, el mayor traidor, embustero, felón, y renegado  que ha nacido en esta España de nuestro corazón. Escribió un librito, un libelo, una sarta de embustes: “Brevísima relación de la destrucción de Las Indias”. Pero miren qué dice Marcelo Gullo: “Desde el primer momento la Corona española prohibió la esclavitud de los indios y dictó las llamadas Leyes de Indias para su protección. Cuando se aceptó la esclavitud de los negros – siguiendo la sugerencia de Bartolomé de Las Casas, – los frailes españoles estaban allí para recordar que tanto indios como negros eran seres humanos y como tales debían ser tratados” (“Nada por lo que pedir perdón”).

El dominico De Las Casas escribió ese libelo y la que armó fue órdago. Se lo puso en bandeja a los envidiosos enemigos de España. Miles de ejemplares se editaron en Holanda e Inglaterra, sobre todo de la mano del peor enemigo que ha tenido España: Guillermo de Orange. Estos dos elementos fueron los próceres de la Leyenda Negra. Y ahora viene lo bueno.

¿Saben cómo se llama la primera calle que sale de la avenida de Hernán Cortés, a la derecha? Pues eso…de Fray Bartolomé de Las Casas. Me cisco mil veces en la pérfida mente del ignorante traidor, y renegado también, al que se le ocurrió semejante idea. Ni piedad ni perdón.


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