R. DEx, Villar del Pedroso, 1 de agosto de 2025.– Eran poco más de las nueve de la noche del lunes pasado cuando el cielo comenzó a teñirse de un rojo inquietante sobre las sierras que separan Toledo de Extremadura. El incendio, que había nacido en Navalmoralejo (Toledo), no tardó en franquear la línea invisible que separa ambas comunidades. Empujado por un viento seco y persistente, se adentró en territorio extremeño con una voracidad que hizo saltar todas las alarmas.
La Junta de Extremadura activó de inmediato la situación operativa 1 del Plan Especial de Protección Civil ante Incendios Forestales (Infocaex), mientras las cuadrillas del Plan Infoex, que ya colaboraban en el flanco toledano, se desplegaban para intentar frenar el avance de las llamas. Pero la velocidad del fuego no dio tregua.
Evacuaciones y confinamientos a contrarreloj
En cuestión de horas, las llamas habían arrasado más de 3.200 hectáreas, tres cuartas partes de ellas en territorio extremeño. La Unidad Militar de Emergencias (UME) se sumó al operativo tras la petición de Castilla-La Mancha, mientras en el terreno se sucedían las decisiones urgentes: desalojar Navalmoralejo y trasladar a sus vecinos al municipio cacereño de Villar del Pedroso; confinar a los habitantes de La Estrella (Toledo) y a parte de los villariegos que residen cerca del Arroyo Morcillo.
“Nos dijeron que cerráramos puertas y ventanas, que no saliéramos. El humo se metía en casa y olía como si el monte ardiera en la misma cocina”, relata Carmen López, vecina de Villar del Pedroso, mientras abraza a su nieta en el improvisado albergue de la Casa del Labrador.
Refugios improvisados y manos solidarias
El Ayuntamiento habilitó el Centro de Mayores y la Casa del Labrador para acoger a quienes no podían quedarse en sus casas. Camas plegables, mantas, botellas de agua y la presencia constante de voluntarios de Cruz Roja se convirtieron en el primer alivio de la noche. “Aquí nadie se queda solo —asegura José María, voluntario de Protección Civil—. Hay miedo, pero también mucha unión. En situaciones así, el pueblo se hace familia”.
El Consistorio pidió a los vecinos un uso mínimo del agua para garantizar el abastecimiento de las cisternas que abastecen a los equipos de extinción. El mensaje, repetido en bandos y megafonía, se convirtió en un recordatorio de que cada gesto cuenta.
Carreteras cortadas y un pueblo en pausa
La madrugada trajo más noticias difíciles: tres carreteras cerradas, servicios municipales clausurados, tiendas con la persiana bajada y una farmacia abierta solo hasta el mediodía. La vida en Villar del Pedroso quedó suspendida, como si todo dependiera de la dirección del viento y del trabajo incansable de los efectivos en el monte.
Una lucha sin descanso
En el dispositivo participan siete unidades de bomberos forestales, maquinaria pesada, agentes medioambientales, técnicos de extinción, Guardia Civil, Cruz Roja y equipos de Protección Civil, además de medios del Ministerio para la Transición Ecológica. El puesto de mando unificado, instalado en Navalmoralejo, coordina desde la madrugada las tareas para frenar el avance del fuego.