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El japonés Mitsuo Miura expone en el Centro Helga de Alvear

CULTURACÁCERES
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La consejera de Cultura e Igualdad, Leire Iglesias, durante la inauguración celebrada este viernes, ha agradecido a Helga de Alvear y al artista japonés el hecho de que, a través de la muestra, Cáceres y Extremadura se conviertan en «una pequeña capital del arte contemporáneo».

Asimismo, Iglesias ha reafirmado el «compromiso» de la Junta de Extremadura con el proyecto de la Fundación Helga de Alvear y ha destacado el «empeño» de la galerista y coleccionista de arte contemporáneo para que el Centro de las Artes Visuales sea una realidad en Extremadura.

Para concluir, Iglesias, ha recordado que la Junta de Extremadura recuperó el pasado año las ayudas a las artes visuales y que este año duplicará su presupuesto, en contraposición a las inversiones del Estado recogidas en el Proyecto de Presupuestos Generales para la comunidad en materia de cultura, donde se recorta «a más de la mitad» respecto al año 2017, según indica la Junta en una nota de prensa.

En el acto también han intervenido, entre otros, la alcaldesa de Cáceres, Elena Nevado; Helga de Alvear; y la coordinadora del Centro de las Artes Visuales Fundación Helga de Alvear de Cáceres, María Jesús Ávila.

LA EXPOSICIÓN

Afincado en España desde 1966, Mitsuo Miura (Iwate, Japón, 1946) ha sido protagonista de la escena artística española desde los años setenta por el «acento personal que ha sabido imprimir a su obra y que encuentra en su cultura oriental de origen la raíz de esta individualidad».

El entorno que le rodea ha constituido siempre el hilo conductor y la cantera de la que extraer los principios conceptuales y formales que hacen de Miura un singular artista del paisaje. Sin embargo, no será el término paisajista el que defina su obra, a pesar de que la experiencia de la naturaleza en la sierra madrileña en Bustarviejo y en la Playa de Los Genoveses, primero, y el contexto urbano, después, inspiren su trabajo.

Miura no pinta, esculpe o instala paisajes, sino los mecanismos de captación de los mismos, tanto perceptivos y mecánicos como sensoriales, estrictamente físicos, y emocionales. Un recorrido por las obras de la Colección Helga de Alvear reunidas en esta exposición permiten comprobarlo.

Así, no serán árboles lo que veamos ante esos troncos excavados, sino la sensación de adentrarse en el bosque; ni se contempla la costa, la montaña o el mar ante la sucesión de formas abstractizadas, geométricas o no, sino el ángulo de apertura de la cámara fotográfica, la forma y el efecto de los encuadres o la superposición de los mismos, la simplificación de la silueta de la montaña y la costa o la representación simbólica del agua.

Y con ellos, a través del color, se asiste a los cambios producidos en la naturaleza por efecto de las variaciones de la luz a lo largo del día, las transformaciones que causan en su apariencia el calor y la humedad o los destellos del sol en la superficie del mar. Y, todo ello, mediado por un cuerpo, el del artista, que se deja inundar placenteramente por la contemplación y por las sensaciones que, no sólo la vista, sino el cuerpo entero experimenta ante ella, traduciéndola en emoción y serena calma.

MITSUO MIURA

Interesado por el arte desde la infancia, recibe clases de pintura en academias y una determinante formación con un educador particular, hasta que ingresa en la Facultad de Bellas Artes de Tokio. Pronto su curiosidad lo lanza al viaje y en 1966 desembarca en Barcelona, donde vivirá seis meses antes de trasladarse a Madrid. Aquí durante tres años continúa sus estudios artísticos en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando.

Plenamente integrado en el contexto español, entre 1970 y 1994, Miura se unió al círculo de artistas que se movían alrededor del Museo de Arte Abstracto de Cuenca, desarrollando un trabajo donde las influencias del expresionismo abstracto y el informalismo son tamizadas por el riguroso control que proviene de su cultura oriental.

Fue parte del grupo de la nueva generación que Juan Antonio Aguirre reunió en torno a la Sala Amadís en Madrid; protagonizó junto a Eva Lootz y Adolfo Schlosser la introducción de postulados relacionados con el land art y el arte povera y compartió con Nacho Criado, además de una estrecha amistad, algunos principios conceptualistas que subyacen en su obra.

Así desde 1983 desarrollará una obra muy personal que encamina su atención a la observación de la naturaleza, entendida no como referente sino como concepto, materia y experiencia. Fotografía, dibujo, pintura y grabado jugarán con los postulados citados y otros de raíz minimalista, como la reducción a formas esenciales, la repetición o la serie y el diálogo que las obras establecen con el espacio, introduciendo una dimensión temporal.

El contacto con el medio de la sierra madrileña de Bustaviejo y la experiencia de la naturaleza durante sus largas estancias estivales en la Playa de Los Genoveses serán, hasta 1994, el punto de partida de estos trabajos, incluso cuando el contacto real con estos paisajes acabe y sólo acceda a ellos desde la memoria.

Además de la pintura, la escultura, la fotografía y la instalación, el grabado y la obra múltiple asumen una preponderancia en el conjunto de su trayectoria. Ambos serán campos en los que Miura ha desempeñado un papel determinante en el panorama español como autor y también como promotor, junto a Arturo Rodríguez, a través de esa aventura que, entre 1989 y 1998, constituyó la Galería & Ediciones Ginkgo.

A partir de mediados de los noventa, a medida que se centra en el paisaje urbano y los ritmos que los medios de comunicación de masas y la publicidad le imprimen, su obra adquirirá un cromatismo más encendido, mayor fragmentación y dispersión y crecerá su interés por el collage y por el espacio de exposición, al que tiende a hacer partícipe de su obra en señaladas instalaciones.

Este momento, es también el del inicio de su colaboración con la Galería Juana Mordó que continuará activamente con Helga de Alvear, a quien le unirá una estrecha relación profesional, con numerosas muestras individuales en la galería y la participación en ferias internacionales. El resultado del interés de Helga de Alvear por la obra de Miura es el magnífico conjunto de obras que integran su colección y que ahora mostramos en esta exposición.

Es importante destacar también su papel como docente, en especial, como profesor asociado de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Complutense de Madrid (1993-2002) y de la Universidad Europea de Madrid (2002-2012).


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