

El premio a Margarit, para quien su lengua materna, el catalán, tiene un peso clave en su obra, es también un guiño a la realidad plurilingüística española. «A este galardón», explica Cultura, «puede ser propuesto cualquier escritor cuya obra literaria esté escrita, totalmente o en su parte esencial», en castellano. El pasado lunes, el Gobierno reconocía con el Premio Nacional de las Letras Españolas a Bernardo Atxaga, autor que ha construido el grueso de su producción en euskera.
Margarit es uno de los poetas españoles más respetados y celebrados, y tiene en su haber galardones como Premio Nacional de Poesía (2008), Premi Nacional de Literatura de la Generalitat de Catalunya (2008), el Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda (2017, siendo el primer español en ganarlo) o el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana (2019). El poeta es autor de poemarios como Joana (2002), Calcul d’estructures/Cálculo de estructuras (2005), Casa de misericordia (2008, el título que le valió el Premio Nacional) o No era lluny ni difícil/No estaba lejos, no era difícil (2011), y de ensayos como Nuevas cartas a un joven poeta (2009), Un mal poema ensucia el mundo (2016) y Para tener casa hay que ganar la guerra, un título autobiográfico. Pero el escritor, de 81 años, sigue plenamente en activo: su último libro, Un hivern fascinant / Un asombroso invierno, recogió muy buenas críticas el pasado año.
En numerosas ocasiones ha contado el poeta que la mayoría de sus versos nacen en catalán, y que encuentran luego no una traducción, sino una versión en castellano. A menudo sus libros se publican en ediciones bilingües, o simultáneamente en catalán y en español. En el prefacio de Estació de França/Estación de Francia, avisa: «Este es un libro de poesía bilingüe. No se trata de poemas en catalán traducidos al castellano, sino que están escritos casi a la vez en ambas lenguas«. Este es el resultado, explica, de las «circunstancias lingüísticas» de muchos de quienes nacieron en una familia catalana en o tras la Guerra Civil. «Comencé escribiendo en castellano como una respuesta normal desde el punto de vista cultural: no tenía cultura en ninguna otra lengua. Pasé a escribir en catalán buscando lo que una persona tiene más profundo que la cultura literaria». En este mismo texto, Margarit habla de «la única normalización posible»: «No renunciar a nada de cuanto tengo y que he ido adquiriendo en mi viaje poético».