Feria del Libro de Cáceres: una edición deslucida que reabre el debate sobre la gestión cultural
Rómulo Peñalver, 22 de abril de 2025.- Apenas un día después de su inauguración oficial, la XXV Feria del Libro de Cáceres ha abierto un capítulo crítico en su desarrollo. En lugar de celebrarse como una cita consolidada con las letras y el diálogo cultural, el evento ha quedado envuelto en una tormenta de críticas que apunta directamente al corazón de su organización.
La portavoz del PSOE en el Ayuntamiento de Cáceres, Belén Fernández, ha sido clara: «Las casetas incumplen los contratos con los libreros y no son adecuadas para la venta de libros». Así lo expresó tras recorrer el Paseo de Cánovas, epicentro de la feria, y escuchar de primera mano el malestar de los expositores.
El diagnóstico de Fernández no deja margen a la interpretación: falta de planificación, casetas improvisadas, ausencia de criterios técnicos y, lo más preocupante, escasa participación de mujeres en una programación que —según denuncia— carece de calidad. Una sucesión de errores que, a su juicio, revela la desidia del equipo de Gobierno local, liderado por Rafael Mateos.
Hay que indicar que Cáceres se encuentra en plena carrera por convertirse en Capital Cultural Europea en 2031, y cada evento cuenta. La Feria del Libro, que este año celebra un simbólico cuarto de siglo, debería haber sido un escaparate del talento editorial extremeño y un punto de encuentro entre lectores, autores y librerías. Pero la falta de previsión —con contratos gestionados a solo una semana del arranque— ha condicionado su desarrollo desde el primer momento.
«La improvisación ha sido la tónica general», lamentó la portavoz socialista, quien también recordó que el Ayuntamiento es responsable de la Institución Ferial de Cáceres (Ifeca), entidad organizadora del evento. “No vale escudarse en que lo hace Ifeca si no se ejerce ningún control ni supervisión sobre lo que se delega”, apuntó.
El fondo del asunto va más allá de la logística o la estética de las casetas. Fernández subrayó con preocupación cómo este tipo de actos, ligados a la festividad del patrón de la ciudad, están pasando desapercibidos para el propio Ayuntamiento. Son, según dijo, eventos identitarios, con un papel clave en la conexión entre ciudadanía y cultura, y que sin embargo, en esta edición, parecen haberse tratado como un mero trámite.
A falta de conocer la valoración oficial del Gobierno municipal, la Feria del Libro continúa su andadura entre el trabajo e interés de los libreros por salvar el evento y el escepticismo de quienes esperaban una edición a la altura de su aniversario.