R. DE·x, 23 de mayo de 2025.- La portavoz del PSOE de Extremadura, Isabel Gil Rosiña, ha salido al paso de las crecientes voces críticas internas y del fuego cruzado que sitúa al partido en el epicentro de una tormenta política y judicial.
Mientras niega que exista «división», otros actores del tablero extremeño y nacional agitan el debate en torno a la entrada de Miguel Ángel Gallardo en la Asamblea, su aforamiento exprés y el juicio abierto por la contratación del hermano del presidente del Gobierno. La estabilidad socialista se defiende con uñas, dientes… y matices.
«NO HAY DIVISIÓN», INSISTE GIL ROSIÑA
Desde Mérida, Gil Rosiña ha querido zanjar el debate sobre una supuesta crisis interna en el PSOE de Extremadura tras las declaraciones del presidente de la Diputación de Cáceres, Miguel Ángel Morales. Este, tras trece años como secretario provincial, mostró su «tristeza» por la situación del partido y expresó sus dudas sobre el proceso que ha llevado a Miguel Ángel Gallardo al Parlamento regional.
“En el Partido Socialista se respetan las opiniones y los matices. Pero las decisiones se toman en los órganos legítimos, como la Interparlamentaria”, sentenció Gil Rosiña. A su juicio, no es razonable hablar de fractura interna cuando “una voz entre diez mil militantes no representa una ruptura, sino pluralidad”.
GALLARDO ENTRA, LA POLÉMICA SE QUEDA
El trasfondo de la controversia no es menor: la entrada del líder regional del PSOE, Miguel Ángel Gallardo, en la Asamblea de Extremadura, en plena apertura de juicio oral por el caso que investiga la presunta contratación irregular de David Sánchez, hermano del presidente Pedro Sánchez.
Desde Unidas por Extremadura, Irene de Miguel ha sido tajante: «Gallardo entra no para confrontar modelos, sino para evitar rendir cuentas en un tribunal ordinario. Es un bochorno institucional». La diputada ha acusado al PSOE de actuar con «prácticas caciquiles» y ha señalado que «hay mucha gente socialista abochornada por esta torpeza, fruto no de la ignorancia, sino de la soberbia».
JUDICIALIZACIÓN Y CRUCE DE ACUSACIONES EN MADRID
El terremoto extremeño resuena también en Madrid. En la Comisión de Justicia del Senado, la senadora del PP María José Pardo acusó al Gobierno de “declarar la guerra a los jueces” y de activar una “máquina de impunidad” para proteger a los implicados en casos sensibles.
Félix Bolaños, ministro de Justicia, contraatacó con dureza: “¿Van a pedir ustedes perdón a los inocentes que están viendo manchado su nombre? Hablan de causas abiertas como si fueran condenas firmes. ¡No hay nada, nada de nada!”.
La confrontación alcanzó cotas de tensión inéditas. Pardo cuestionó incluso si Bolaños estaba insinuando prevaricación por parte de la jueza de Badajoz que envió a juicio a David Sánchez, mientras este replicaba acusando al PP de equiparar investigaciones abiertas con condenas judiciales.
«NO HAY IMPUNIDAD, HAY AFORAMIENTO»
Desde Badajoz, el diputado provincial Ricardo Cabezas, también implicado en el caso, defendió la legalidad del proceso y la permanencia de Gallardo en la Diputación: “El aforamiento no es impunidad. El proceso sigue en el Tribunal Superior. Que no se engañe a la ciudadanía”.
A pesar de todo, dejó caer que el adiós de Gallardo podría producirse “de forma tranquila y sin estridencias”, sin confirmar fechas ni sucesores.
Con Yolanda Díaz recordando que “la Justicia debe seguir su curso”, el tablero político sigue en ebullición. El PSOE extremeño trata de sostener su relato de unidad, mientras las críticas internas, los ataques de la oposición y las derivadas judiciales alimentan la tormenta.
En Extremadura —como en Madrid— los matices pesan, las dudas crecen y las respuestas aún no calman el ruido. El futuro inmediato del socialismo regional depende, más que nunca, de su capacidad para conjugar cohesión con credibilidad.