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El tomate extremeño se retrasa, pierde terreno y agoniza por precios de ruina, según UPA-UCE

UPA-UCE alerta de una campaña crítica marcada por la caída del 20 % de la superficie cultivada, el retraso en la plantación y la presión de las industrias con precios por debajo del coste.

R. DEx, Extremadura, 19 de junio de 2025.- La campaña del tomate en Extremadura llega tarde, menguada y envuelta en un clima de preocupación creciente. Así lo ha denunciado UPA-UCE Extremadura, que alerta de una reducción del 20 % en la superficie cultivada respecto al año pasado y de unos precios «de ruina» impuestos por la industria que amenazan con colapsar la rentabilidad del sector.

Las lluvias de primavera ya retrasaron la plantación. Pero lo peor llegó después: los agricultores, desincentivados por los bajos precios ofrecidos, renunciaron a sembrar como otros años, lo que dibuja un panorama muy distinto al de otras campañas en las Vegas del Guadiana.

Huertas: «Llegan tarde, presionan mal»

El secretario general de UPA-UCE, Ignacio Huertas, ha sido claro: “Las industrias han presionado a última hora para que se plantara más tomate, porque ahora el mercado mundial es más favorable. Pero ya era tarde”.

Huertas denuncia que el modelo de contratación sigue castigando al agricultor y que el verdadero margen de negocio está en la transformación y venta del concentrado: “Las industrias italianas lo hacen mejor: venden por encima de nuestras cifras, mientras aquí se baja el precio al productor”, lamenta.

Altas temperaturas y cosecha tardía: una tormenta perfecta

Además del problema económico, la campaña llega con dudas agronómicas serias. El tomate está ahora en fase de floración, y las altas temperaturas de estos días podrían afectar gravemente a la polinización y al cuajado del fruto. Todo ello en un contexto en el que la recolección se retrasa inevitablemente.

“No vamos a poder empezar el 20 de julio, como era habitual. La campaña generalizada comenzará en agosto y gran parte de la producción se cosechará entre finales de septiembre y octubre”, explica Huertas. Y eso trae más riesgos: inclemencias meteorológicas, caída de producción y sobrecostes como el incremento del seguro por cosechar más allá del 30 de septiembre, que puede suponer hasta 50 euros más por hectárea.

Críticas por la pasividad institucional

Desde UPA-UCE también apuntan a la inacción de la administración regional y han elevado la queja ante la Agencia de Información y Control Alimentarios (AICA), por una supuesta vulneración de la Ley de la Cadena Alimentaria. La organización agraria denuncia que los contratos no garantizan el coste mínimo de producción, lo que convierte la actividad agrícola en una carrera a pérdida.

Comentario editorial

Cuando sembrar tomates se convierte en un acto de fe

En el corazón agrícola de Extremadura, sembrar tomates ha sido durante décadas sinónimo de vida, de sustento, de tradición. Hoy, cada hectárea renunciada es una señal de agotamiento. No solo de las tierras, sino de los agricultores que se ven forzados a hacer números imposibles, mientras industrias y mercados globales juegan a otra cosa.

La campaña que se avecina no es solo tardía y menguada, sino simbólica de un modelo roto, donde el campo produce a pérdidas y la rentabilidad florece lejos del surco. O se dignifica al agricultor con precios justos, o el tomate extremeño acabará siendo una leyenda de cooperativas en ruinas.