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El verano muestra su cara más dura convirtiendo en un infierno la tierra extremeña

Badajoz, 27 de julio de 2025. Ni una brisa. Ni un respiro. Ni una sombra que no ardiera. Este domingo, Badajoz ha sido el epicentro de un nuevo episodio de calor extremo en Extremadura, alcanzando los 42,3 grados en una jornada asfixiante que dejó a la ciudad y a buena parte de la región sumida en un letargo de abanicos, persianas bajadas y calles desiertas.

A las cuatro de la tarde, el termómetro parecía burlarse de quienes aún osaban pisar el asfalto. En los parques, ni niños ni ancianos. En las terrazas, solo los más valientes –o los más inconscientes– se atrevían a posar el vaso helado sobre la mesa ardiente. En los hospitales, las recomendaciones se repetían como un mantra: mucha hidratación, evitar salir en las horas centrales del día y extremar la precaución con los colectivos más vulnerables.

Y lo peor, según la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), aún no ha pasado.

cuatro personas atendidas por los servicios sanitarios por golpe de calor en la ultima semana en extremaduraEste lunes, 28 de julio, varias comarcas extremeñas volverán a estar en aviso amarillo por temperaturas que podrían llegar a rozar los 39ºC. Un aviso que se mantendrá activo entre las 13:00 y las 21:00 horas, cuando el sol castiga sin piedad y el aire parece fuego.

En las Vegas del Guadiana, el mercurio podría coquetear de nuevo con los 39 grados, mientras que en La Siberia extremeña, Barros y Serena, las máximas podrían alcanzar los 38ºC. No se queda atrás la provincia de Cáceres, donde Villuercas y Montánchez podrían registrar hasta 37ºC, obligando a los vecinos a buscar refugio entre muros gruesos y ventiladores a todo trapo.

La canícula no da tregua. Y aunque el verano es habitual compañero de calor, este julio está dejando cifras más propias del desierto que del campo extremeño. Las administraciones locales ya coordinan refuerzos para garantizar el abastecimiento de agua y evitar golpes de calor, sobre todo entre la población mayor.

Mientras tanto, la ciudadanía resiste como puede. Bajo toldos, con la nevera abierta o soñando con una piscina. Porque en Extremadura, este domingo, el verano dejó de ser una estación para convertirse en una amenaza silenciosa y abrasadora. Y aún queda agosto.