“Tardé 12 horas en llegar a Estrasburgo desde Extremadura”. La frase de la eurodiputada del PP Elena Nevado en el Pleno del Parlamento Europeo no solo resume una odisea personal, sino que simboliza la crónica de una deuda histórica: la del tren con la región extremeña.
R. DEx, Estrasburgo, 20 de junio de 2025.- En pleno siglo XXI, mientras Europa se afana en diseñar un transporte público “eficiente, competitivo y sostenible”, Extremadura continúa a la espera de subirse, literalmente, al tren del progreso. Así lo ha denunciado esta semana Elena Nevado en Estrasburgo, donde ha llevado a la Eurocámara el grito silencioso de una tierra desconectada.
“Doce horas desde mi tierra hasta aquí”, explicó la eurodiputada, dejando en evidencia la paradoja de un continente hiperconectado que aún permite que una región entera viaje en condiciones del siglo pasado.
Una red que “brilla por su ausencia”
El debate giraba en torno al futuro del transporte público europeo, pero Nevado lo aprovechó para poner sobre la mesa una realidad que no admite maquillaje institucional: en Extremadura, ese modelo de movilidad eficiente es una entelequia. “Brilla por su ausencia”, sentenció.
Recordó que el Corredor Atlántico, parte de la Red Transeuropea de Transporte (TEN-T), prometía desde 2010 una conexión de alta velocidad entre Lisboa, Madrid y Extremadura. La fecha límite, teóricamente, es 2030. A este paso, también será teórica.
Del agravio a la exigencia de justicia
Nevado no pidió privilegios. Reclamó lo básico: el derecho a desplazarse con dignidad, como ocurre en otras capitales europeas. “No solo Bruselas, París o Madrid; también Cáceres y Badajoz merecen un tren digno”, defendió.
Criticó duramente la “dejación” del Ministerio de Transportes español y su “desprecio” hacia los extremeños, aludiendo a las múltiples incidencias, averías, retrasos y la falta de inversión crónica en la infraestructura ferroviaria regional.
El tren de la cohesión territorial no puede seguir en vía muerta
COMENTARIO EDITORIAL DEx
Que la reivindicación de un tren digno para Extremadura llegue a la Eurocámara no es un gesto simbólico. Es, tristemente, una necesidad desesperada. Cuando una eurodiputada extremeña necesita medio día para cubrir una distancia que otras regiones recorren en tres horas, algo no funciona.
Los compromisos europeos deben traducirse en realidades nacionales. De nada sirven los discursos sobre sostenibilidad, cohesión y digitalización si no se empieza por lo básico: permitir que los ciudadanos puedan moverse sin resignación ni desesperación.
Extremadura no pide alta velocidad por capricho. Pide dejar de ser tratada como un apeadero de segunda. Porque mientras el tren no llegue, el desarrollo seguirá pasando de largo.