despoblacion

Esa soledad

Héroes y tumbas 

ESA SOLEDAD 

Al aire de la media veda, tuvo servidor el acuerdo de acudir, como comparsa y con un buen amigo, a la caza de la codorniz en los campos de la Montaña Palentina. No se trata ahora de contarles a los amables lectores las delicias del ejercicio cinegético, que esa tarea la dejaremos para las revistas del sector. Amén, me consta que más de uno, o unos, no  gustan de mis descripciones de la muertes de pajaritos o animalitos silvestres. Visto lo cual,  dejaremos eso. Llegamos a Aguilar de Campoo y viramos a la diestra. Entramos en tierras románicas. Es raro el pueblito que no enseña la huella austera de aquellos tiempos altomedievales, en los que se hicieron tantas iglesias, ermitas e iglesitas del estilo susodicho. Tampoco intenta ahora este cronista dar clase de arquitectura románica ni Cristo que lo fundó. Aquello ya lo estudiamos y lo aprobamos  con don Julián Álvarez Villar en Salamanca hace los quirios. La cuestión es la vida en esos pequeños pueblos del norte castellano, o leonés. Ya no sé si Palencia  es una cosa u otra; pero da  lo mismo: Castilla-León. Y de Aguilar, con su imponente cenobio de Santa María la Real, a la derecha, un par de leguas o tres La Ojeda, esa comarca de cereales, girasoles, olmedas y regueras corrientes. Item, los pueblitos: Perazancas, Olmos, Prádanos, Moarve, Montoto, Cozuelos. Las ermitas: Santa Cecilia, San Esteban, Santa Eulalia, San Pelayo. No pasa ni el tiempo. Nos quedamos absortos contemplando la sencillez, la seriedad, la austeridad de los monumentos románicos. A veces cruza el aire el vuelo de la torcaz, el  milano otea, pasa el aguilucho cenizo ¿o es el pálido? No estamos al paisaje, no. A la vuelta, pasamos y paramos un momento en Cozuelos. Seis o siete casas desperdigadas, alguna nave, cocheras, almacén o algo. Y nadie. No se mueve un alma. Al cabo una señora, que camina lenta, aparece por una esquina. En un pequeño huerto, a la sombra de los olmos, hemos visto a un hombre con bastón. Quietud y soledad. ¿Cuántos habitantes habrá en Cozuelos? ¿20,30? ¿Y en Montoto? ¿6,7? Al viajero se le van las mientes a esos pueblitos de Galicia y de León devorados por el fuego. ¿Y la gente mayor que allí bogaba por los últimos años de esta derrota de la vida?

Cozuelos desde el aire 1
Cozuelos desde el aire

En Cozuelos se oye el viento que pasa, las hojas de los olmos, algún crascitar del cuervo, algún ladrido, y poco más. Qué riqueza de soledad y silencios. Aturdidos por el tráfago incesante de la urbe, se nos va el pensamiento a la calma y soledad de Cozuelos. ¿Y cuando vayan yéndose al Elíseo los pocos habitantes de estos pueblitos castellanos? ¿Pero es que no hay modo de recuperar aquella vida rural que llenaba de música, leyendas, historias, sucesos y avatares de la gente del campo? Pues por lo visto no hay vuelta de hoja. En la urbe muchedumbre, ruido y maldad. Estamos condenados y más aún nuestros descendientes, que llegarán a vivir en ciudades en las que no habrá luz ni sol, siempre lloverá y el prójimo será un replicante, como en aquella película de Ridley Scott: Blade Runner. Yo preferiría  la/mi  última etapa  en la soledad de Cozuelos.