sociedad igualitaria

¡Esto es lo que se lleva!

DESTACADAOPINIÓN
Comparte en redes sociales

Supongo que soy de los que creen que no debe mostrarse todo, vamos que no hay
obligación. Y esto lo digo empezando por lo físico (esos muslos gordezuelos que se
escapan de los pequeños pantalones, en verano, por ejemplo) y siguiendo por lo
intelectual. Hace años me dijo un amigo algo que no he olvidado: “Mira, Carmen, si el que
es un ignorante no habla, pues no sucede nada catastrófico, pero claro, si se pone a
hacerlo, verborraico perdido, pues todo el mundo lo reconoce como tal y para siempre”
Mi amigo tenía dos carreras que había cursado con esfuerzo en universidad de prestigio
en los tiempos en los que un bedel de la Facultad, las manos enfundadas en guantes,
limpiaba entre clase y clase los grandes pizarrones donde los profes exponían -de
izquierda a derecha y de arriba hasta abajo- los largos contenidos de sus disciplinas. Usa
do tiza blanca que manchaba las manos, y cuyo borrado expide un polvillo que se mete
en la garganta.

Mi amigo ya está muy viejito, así que a lo mejor no le ha dado demasiado tiempo a
percibir el tono igualitario (en las formas) que gastamos ahora. Que está usted en un café
y el camarero lo conoce, pues sin venir a cuento le grita cuando usted le pregunta por la
bebida que hace diez minutos, ha pedido: “Espérate, caray, espérate” -le dijo uno a mi
acompañante cuando éste le recordó mostrándole la esfera del reloj, que hacia un ratito
que se la había encargado. Que va usted a una tienda y no encuentra la prenda que
busca porque sólo la tienen en blanco y marrón y usted la quiere roja, pues la miran como
si fuera una mosca cojonera de cuidado y le encajan: “¡Pues esto es lo que se lleva!”. Y
punto. O que me dicen de la explicación ante un pañuelo rebajado, cuyos dos ejemplares
iguales tenían este verano distinto precio: “¿Y por qué tienen dos precios distintos, cuál es
el válido?” -preguntas tú, prudente- “Señora, ¡éste (señalando uno de los dos) pues cuál
va a ser! Y de paso te miran como si fueras una tontita que no se entera de las reglas del
mercado.

De tan igualitaria que hemos querido hacer a la sociedad de hoy, me parece que estamos
confundiendo la velocidad con el tocino. O si no, díganme como interpretan ustedes la
marea que amenaza con llevarnos por delante en cualquier discusión “bizantina” en las
redes o en esos programas televisivos, tan de moda, donde demasiadas veces los que
hablan no tienen ni repajolera idea del fondo de la cuestión por la que son interpelados,
pero aún así argumentan según sus propias versiones o prejuicios. Pero claro es que son
influencers en un mundo paralelo al que todos vivimos y tienen dones propios, porque
mueven dinero en publicidad.

Y la pregunta que yo me hago es muy sencilla. “¿Para que los llevan los entrevistadores y
les preguntan por todo, cuando es sabido que de todo no saben?. Y ¿por qué los escucha
la población, multitudinariamente, afianzando programas que viven del mal ajeno,
convierten las anécdotas en categorías, y consiguen que los más vulnerables pretendan
emularlos?.Empezando por lo físico (que me cuentan cómo sube el número de chicas que
se operan para cambiar pómulos, tetas, culo…porque con los propios se sienten
desgraciadas. Ya pueden decir muchas veces los psicólogos que no estamos enseñando
a nuestros jóvenes a manejar el aburrimiento o la frustración que la vida trae consigo, que
ni por esas. Pues, ¿que quieren que les diga? Que tendríamos que hacérnoslo mirar.
Porque, además algunos hasta llegan a gobernarnos, aunque de eso hablaremos otro día.


Comparte en redes sociales

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *