ELECCIONES EXTREMADURA 2025 (1)
¿EXISTE REALMENTE ALGÚN REGIONALISMO EN ESTA TIERRA?
Iniciamos con este artículo el primero de un total de cinco encaminados al análisis ideológico, político y electoral, con referencia en las elecciones del día 21 del presente mes, ordenando los trabajos conforme a las expectativas de decrecimiento/crecimiento de las más importantes opciones presentadas, no siendo esto demérito para el resto, sino solamente una cuestión de prioridades en relación con el tiempo disponible y la limita capacidad de trabajo.
Más que preguntarse si existe algún regionalismo en esta tierra, cabe preguntarse primero si primeramente existe realmente la conciencia de comunidad en la misma, más allá de la implantación, por decisión política, no social, de una estructura administrativa autonómica, allá por los años 80 del siglo XX, sin coordinar y menos suprimir ninguna de las anteriormente existentes.
Y decimos lo anterior porque ni siquiera se conocen y aprovechan los antecedentes históricos, tan útiles en otras comunidades, aquí olvidados, por eso, para empezar bien desde el principio, hay que explicar que la actual Comunidad Autónoma de Extremadura se compone de territorios del Reino de León, y del Reino de Castilla, teniendo por tanto entidad castellanoleonesa, y nunca se tituló reino en Castilla, pero sí en la Corona de León donde las Cortes de Toro, del año 1202, se estableció una división territorial en parte ignorada por el estado autonómico, eran el Principado de Asturias, el Reino de Galicia, el Reino de León, y EL REINO DE LA EXTREMADURA LEONESA compuesto este último por Granadilla, Coria (Obispado), Galisteo, Alcántara (Orden), Cáceres, Badajoz y Jerez de los Caballeros. Por el contrario, la Extremadura castellana que estaba compuesta por Béjar, Plasencia y Medellín, no fue nunca un reino propiamente dicho, aunque Alfonso VIII de Castilla se tituló: REX CASTELLE ET EXTREMATURE, y volviendo a León, no se utilizó nunca el título de Rey de Badajoz, a diferencia de otros reinos taifas, salvo por el Rey Alfonso X de Castilla y León que sí lo hizo entre 1249 y 1255.
Tras esto, en 1651, una parte en León y otra en Castilla, como hemos visto, las Ciudades y Villas de Alcántara, Badajoz, Cáceres, Jerez de los Caballeros ,Llerena, Mérida, Plasencia y Trujillo compran por 81.000 ducados a Su Majestad el Rey, entonces don Felipe IV, el voto conjunto en Cortes, para dejar de ser representados unos por Salamanca, y otros por Toledo, verdadera génesis de una cierta identidad política, y no como se viene diciendo la Real Audiencia de Extremadura en 1790, que tampoco era un órgano judicial, cometiéndose el error de asociarla con la Audiencia Territorial de Extremadura, que si lo era, antecedente del actual Tribunal Superior de Justicia, no siendo tampoco la primera en lo que podríamos llamar la administración periférica del Reino, pues lo fue, con estructura propia, la Capitanía General de Badajoz, creada en 1705, y que duró hasta 1893.
Es por todo ello que el rigor histórico existe, pero fue ignorado en el proceso preautonómico y autonómico, más allá de un fantasmal proyecto de tiempos de la segunda república, que incluía a Huelva en Extremadura, y poco más, aunque no podemos olvidar el antecedente de la Universidad de Extremadura, creada en 1973, que quizás tendría que desaparecer, por ser evidentemente una producción dictatorial y fascista, del General Franco.
Desatado el citado proceso autonómico, se creó una comunidad artificial, ignorando proyectos que incluían a Badajoz en Andalucía y algunos intentos de una comunidad uniprovincial en Cáceres, se le dio una bandera inventada, hubo otra antes de esa, verde y negra con una franja marrón en el centro, también inventada, ignorando los antecedentes históricos vexilológicos, dándonos una enseña que más parece de un emirato árabe en Oriente Medio que otra cosa, pasando que las visitas turísticas a Erezt Israel se recomienda no portar prendas con los actuales colores extremeños, tampoco plasmarlos en productos comerciales exportados para su distribución y venta allí. El proceso identitario artificioso concluyo con un himno, que no es feo y podría serlo, y un escudo, que no cumple, en su descripción y representación las más elementales normas heráldicas, la más importante la de timbrarse con una corona real cerrada, pues reino fue, y no con otra, hay un libro, muy bueno, por cierto, sobre este lamentable asunto.
Con estos antecedentes, ¿Cómo va a haber un regionalismo político? Si Plasencia sigue mirando a Castilla, tendría futuro social y político, valga redundar, una opción en este sentido, si Cáceres recela de Badajoz, también hay recorrido en este asunto, y Badajoz de Mérida, si esta capital y la del Jerte, recelaron y recelan de la nefasta división provincial del siglo XIX, y del Guadiana hacía abajo no habría asco alguno a ser andaluces como ya se planteó en su momento, ¿dónde está el espacio político del regionalismo? Seamos claros, en parte alguna, Extremadura Unida y el Partido Regionalista de Extremadura, escisión de la primera, encabezados por personas honestas y serias, Pedro Cañada, procedente de la Unión de Centro Democrático y el abogado Estanislao Martín durante muchos años, eran fundamentalmente organizaciones cacereñas, como lo fue más tarde la Unión Cacereña Independiente, escindida también del Partido Popular, con otra buena persona y buen político a la cabeza, Eugenio Hornero, apareciendo más tarde organizaciones locales, fundamentalmente otra vez en Cáceres, como Cáceres Viva, que han tenido incluso alguna capacidad de gobierno municipal en la capital de la provincia.
Para estas elecciones, el regionalismo se presenta unido, pero sin opciones, salvo que la disparatada candidatura del Partido Socialista Obrero Español les de la condición de voto refugio de una parte de la izquierda, pero aun presentando muy buenos políticos en sus cabeceras, serios y experimentados, estos proceden del Partido Popular y de Ciudadanos, siendo conocidos por estas circunstancias, y es de prever que esto anule el posible efecto refugio izquierdista, que parece dirigirse más a Podemos, como se verá, aunque algunos del Partido Popular, les votarán.
En definitiva, el regionalismo, sin estructura, sin medios, sin presencia mediática, y lo más importante, sin respaldo de una conciencia social de su necesidad o existencia, no es opción de cambio, ni de recambio, no calando entre los llamados extremeños por no existir la idea de región, más allá de una administración autonómica traída desde arriba, que tras más de 40 años de vigencia, ni supera la división provincial, negativa en todos los sentidos, ni las fortalezas históricas de las verdaderas identidades, plasmadas en las diócesis episcopales, alguna de tiempos del Imperio Romano, que han marcado y marcan el carácter durante cientos, y en algunos caso miles de años.
Poco pudo hacerse con fijar el día de Extremadura, mal fijado porque su festividad litúrgica es el día 6 y no el día 8 de septiembre, cosa que también es errónea en Asturias, patrona de una región inexistente administrativamente desde el 20 de marzo de 1907, la Santa Iglesia de Roma, también yerra, curiosamente ubicada en una diócesis ajena a todo lo que dice representar, la de Toledo, un ejemplo más de tan superficial montaje, que nos lleva a concluir que el regionalismo no tendrá lugar en las elecciones del 21 de diciembre de 2025, y que continuará navegando entre la insignificancia social y sociométrica, y su condición de cajón de sastre de buenos y experimentados políticos a los que la falta de altura de miras, la envidia y el quítate tú que me ponga yo, ha dejado sin sitio, no son malos ni Fernando Baselga, ni José-María Casares, pero la marca no vende.
Rodolfo-Francisco Orantos y Martín-Requejo.
Doctor por la Universidad de Extremadura. Derecho Público






