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Hace unos días asistí en modo telemático, como manda la pandemia, a un interesante Punto de Encuentro de la Sociedad Civil, entidad que dirige Cecilio Venegas presidente del Colegio de Farmacéuticos de Badajoz. En esta ocasión el tema de debate era muy atractivo: Industrialización de Extremadura, una asignatura pendiente.

Los ponentes participantes rayaron a gran altura, pero quiero destacar la intervención de Fernando López, Catedrático en la escuela de Ingenieros Industriales de la UEX y directivo del Club Senior de Extremadura, que presentó un detallado trabajo realizado por él y su equipo de colaboradores, en el que se estudia la composición del coste de la energía y la posibilidad de conseguir beneficios para Extremadura, reduciendo el coste de la utilizada en la región. Esto permitiría atraer nuevas industrias a Extremadura y de paso favorecer la competitividad de las industrias y actividades regionales ya existentes.

El estudio es riguroso y científicamente avalado por sus autores, todos ellos expertos en el tema y podría convertirse en el primer paso para conseguir un abaratamiento del coste de la energía para los extremeños. Creo que sería un buen mecanismo para que la región comenzara una andadura que la lleve a abandonar el furgón de cola en cuanto a PIB o renta per cápita y poder empezar a converger con los valores medios nacionales.

El estudio da cuenta de que mientras el coste medio de generación del mix energético español se encuentra en 5,32 c€/kWh (el coste de la nuclear está en 1,8 c€/kWh y el de la hidroeléctrica en 0,3 c€ /kWh dentro de los tipos de producción) el precio medio para el consumidor está en 23 c€ kWh. Es decir 4, 3 veces más. Mi conclusión: algunos se están forrando.

Extremadura produce 21.030 GWh de energía (2019). De ellos 4.655 GWh corresponden a energías renovables (23,14%) el resto es no renovable, nuclear en su mayor parte. El consumo de energía en Extremadura es de 4.969 GWh. Con las renovables se cubre el consumo extremeño prácticamente. Exportamos el 76,4 % de la energía que producimos.

La composición del recibo de la energía contiene dos bloques: el bloque de coste de generación que recoge los costes de producción y representa alrededor del 35 % del recibo y el coste regulado formado una serie de peajes y los impuestos que suponen el restante 65 %.

Para no cansarles con números en estos costes regulados o peajes se encuentran costes de distribución, transporte, retribución específica RECORE (Renovables, Cogeneración y Residuos), Sistemas no peninsulares (SNP) y otros de menor cuantía.

El estudio establece un nuevo esquema de costes para Extremadura en el que sobre la  estructura actual,  se establece una nueva reduciendo los costes de generación y en los costes regulados se eliminan parte de los costes de distribución, los costes de transporte (Extremadura prácticamente puede actuar en modo isla), los costes de Sistemas no Peninsulares (es absurdo que un consumidor extremeño tenga que contribuir a que en Baleares y Canarias exista un menor coste de la energía eléctrica cuando son regiones con un PIB y renta per cápita superiores a Extremadura) y otros pequeños ajustes.

El resultado es un ahorro de 324.46 M€ lo que supone una reducción media del coste para Extremadura del 43,12 %. Se reduciría el coste doméstico en un 35 % y el industrial en un 50 %.

 Los nuevos costes se fijan en 427,97 M€, con los que se cubre la generación, los peajes regulados con las reducciones realizadas, y los impuestos. Ello supone que, para una demanda similar a la registrada en el 2019, de 4.959 GWh, el precio medio con el que se debería facturar la electricidad sería de 8,63 c€/kWh.

Como se deduce de las propuestas del estudio se produciría una importante reducción de los costes de la energía para los usuarios extremeños. Esto significaría un aliciente para la instalación de nuevas industrias en Extremadura y una mejora de la competitividad de las existentes. En el País Vasco que dispone de beneficios fiscales extraordinarios por su cupo, el coste de la energía es inferior al del resto de España. Así que Extremadura no constituiría una excepción, como les pasa a Baleares y Canarias.

La industria agroalimentaria, la extractiva, la siderúrgica y todas las industrias en general se verían beneficiadas y podrían mejorar su competitividad. Sería una cuestión trascendental reducir los costes energéticos en el importante sector del regadío que resultó muy perjudicado por la desaparición de las tarifas especiales de riego en el año 2008.

Creemos que este excelente y documentado estudio de Fernando López y sus colaboradores puede constituir el documento base para que la Junta de Extremadura inste del Estado un tratamiento justo para la región en lo referente al coste de la energía, que nos permita abandonar de una vez por todas el furgón de cola de la economía española en el que estamos.

Extremadura se merece este trato diferencial pues a lo largo de la historia hemos soportado tres colonizaciones energéticas de las que hemos obtenido escasos beneficios: la hidroeléctrica, la nuclear y ahora la fotovoltaica que va a ocupar miles de hectáreas de suelo regional.

Así que ya va siendo hora de que los extremeños obtengamos algún beneficio tangible como es el reducir nuestro coste energético ¿Lo conseguiremos?


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