OPINIÓN EDITORIAL DEx, Mérida, 27 de junio de 2005.- El Debate sobre el Estado de la Región celebrado los días 26 y 27 de junio de 2025 no ha sido tanto una sesión de rendición de cuentas como una representación amarga de las fracturas políticas que hoy paralizan a Extremadura. Un Parlamento sin mayorías, una presidenta aislada, una oposición beligerante y un clima generalizado de reproche convierten lo que debería ser el espacio del acuerdo en un ring de sombras.
Guardiola: firmeza sin aliados
La presidenta María Guardiola ha defendido su hoja de ruta con tono presidencialista, mensajes duros y apelaciones a la ética pública. Ha optado por blindarse frente a todos: ha rechazado los pactos del PSOE, ha despreciado las amenazas de VOX y ha ignorado las propuestas de Unidas por Extremadura. Ha prometido recorrer entero el “camino de transformación”, pero sin pactos visibles, sin mayoría y sin interlocutores.
Gobernar sin tutelas es legítimo; gobernar sin puentes es inviable.
Gallardo: alternativa sin credibilidad plena
Miguel Ángel Gallardo intentó ejercer de alternativa institucional, proponiendo pactos concretos y ofreciendo estabilidad a cambio de rectificación. Su intervención fue sólida, propositiva y estructurada. Pero su partido arrastra escándalos de corrupción, heridas internas y una mochila demasiado pesada como para dar lecciones sin matices. Su mejor baza fue su tono, su peor lastre, su contexto.
VOX: presión sin política útil
Ángel Pelayo Gordillo fue, quizá, el más previsible. Exigió centralidad para su partido, atacó a la presidenta por no ceder a sus condiciones y descalificó todo lo que no lleva su firma. VOX se presenta como imprescindible, pero se comporta como prescindible: ni propone acuerdos viables, ni ofrece soluciones, ni se hace cargo de su responsabilidad en la inestabilidad. Quiere gobernar sin negociar y condicionar sin compartir.
De Miguel: la voz incómoda y necesaria
Irene de Miguel fue la única que denunció con claridad lo que no se nombra: el deterioro de los servicios públicos, la precariedad social, la crisis climática, la violencia estructural o el genocidio en Gaza. Su tono fue áspero, pero sus argumentos no fueron menores.
Unidas por Extremadura es hoy la voz crítica que alerta y molesta.
Una región atrapada en su propio laberinto
El verdadero titular de este debate no está en lo que se dijo, sino en lo que no pasó: no hubo pactos, no hubo cesiones, no hubo propuestas compartidas.
Extremadura no puede permitirse el lujo de malgastar dos años más en bloqueos, vetos cruzados y titulares de autorreferencia.
Este Parlamento ha confirmado que todos quieren tener razón, pero ninguno parece dispuesto a construir soluciones. Y mientras tanto, la Extremadura real —la del tren, los médicos, los pueblos vacíos y las listas de espera— sigue esperando.
La política útil no se ejerce desde el orgullo ni desde la trincheras. Se ejerce desde el acuerdo, la humildad y el sentido de Estado. Y de eso, este debate ha ido escaso.