Jerez decreta dos días de luto por la muerte del rejoneador y ganadero a los 85 años
Redacción DEx, 18 de noviembre de 2025.-
El mundo del toreo a caballo y la cultura ecuestre andaluza despiden hoy a una de sus figuras más emblemáticas. El rejoneador, ganadero y caballista Álvaro Domecq Romero ha fallecido en la madrugada de este martes en Jerez de la Frontera, su ciudad natal, a los 85 años de edad. Con él se marcha un nombre clave para entender la evolución del rejoneo en España y la proyección internacional del caballo andaluz.
Nacido el 8 de abril de 1940, Domecq pareció tener el destino escrito entre monturas y astas. A los doce años lidió su primera becerra a caballo en un festival taurino en Tarifa. Su presentación como rejoneador llegaría en 1959, en la plaza de Ronda, y tomó la alternativa en 1960 en El Puerto de Santa María, con su padre —el mítico Álvaro Domecq Díez— como padrino. Su ascenso fue meteórico: pronto se convirtió en uno de los grandes nombres del toreo a caballo, admirado tanto por su técnica como por su elegancia en la montura.
Una carrera marcada por el valor y la resiliencia
Su trayectoria no estuvo exenta de luces y sombras. La grave cogida sufrida en Madrid el 25 de mayo de 1966 lo llevó a anunciar una primera retirada, que escenificó en Zaragoza en 1967. Pero la retirada duró poco: el gusanillo del toreo y la pasión por los ruedos lo devolvieron a la arena en 1969, iniciando entonces una etapa triunfal que lo llevó incluso a las plazas americanas. En 1971 sumó 111 festejos, formando parte de la generación conocida como los Jinetes de la Apoteosis, junto a los hermanos Peralta y José Manuel Lupi.
Su adiós definitivo llegó el 12 de octubre de 1985, en la plaza de Jerez, en una despedida cargada de simbolismo. Sin embargo, su influencia continuaría mucho más allá de los ruedos.
Ganadero, jinete y fundador de una institución mundial
Como ganadero, Domecq dio prestigio internacional al hierro de Torrestrella, referencia durante décadas en la cabaña brava española. Y como jinete acumuló premios en disciplinas como doma vaquera, doma clásica y acoso y derribo, además de obtener la prestigiosa distinción del Caballo de Oro, punto de inflexión en su trayectoria.
Esa distinción, precisamente, fue el germen de su legado más universal: la creación en 1973 de la Real Escuela Andaluza del Arte Ecuestre, un templo de la doma clásica española y un motor cultural y turístico de Jerez y de Andalucía. Domecq dirigió la institución durante 25 años, tras gestionar junto al Ministerio de Turismo la adquisición del histórico Palacio del Duque de Abrantes como sede. El espectáculo “Cómo bailan los caballos andaluces”, ideado por él, se convirtió en un símbolo internacional.
Un referente reconocido y querido
Su trayectoria acumuló una larga lista de distinciones: Medalla de Andalucía (2024), Hijo Predilecto de Jerez (2022), Embajador de la Provincia de Cádiz (2016), la Medalla de Oro de la Asociación de Escuelas Taurinas de Andalucía, y diversos premios turísticos, diplomáticos y ecuestres. Una vida, en definitiva, tejida entre tradición, pasión y servicio cultural.
El Ayuntamiento de Jerez ha decretado dos días de luto oficial, y las reacciones no se han hecho esperar. El consejero de Turismo de la Junta de Andalucía, Arturo Bernal, ha destacado que la región “pierde hoy a uno de sus grandes referentes, figura esencial del rejoneo e impulsor del arte ecuestre andaluz”. “Su legado de pasión por el caballo deja una huella imborrable”, ha señalado.
Álvaro Domecq se va, pero deja tras de sí una estela de arte, disciplina y entrega que se seguirá transmitiendo generación tras generación, cada vez que un caballo andaluz levante el vuelo sobre la arena.






