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Estamos de luto. Los del mundo de la caza cacereños estamos de luto. Juanma Rabazo, como lo conocíamos todos, se ha ido y nos deja aturdidos y acongojados. Por más que llevamos más de un mes asistiendo a esta diaria mortandad de congéneres y compatriotas, no nos acostumbramos. Conocíamos a Juanma desde hace ya muchos años. Hemos compartido con él inolvidables jornadas de caza muy especial, no en vano Juanma ha sido un palomero excepcional, tal vez único, en estos pagos cacereños. Nuestra amistad se fraguó allá en la década de los ochenta, cuando tuvimos como alumna a su hija Jara y coincidimos en la afición, pasión y devoción por el monte y la caza. Juanma cazaba de menor y de mayor, pero con el tiempo y las circunstancias se fue especializando en la caza de la paloma torcaz, modalidad en la que consiguió resultados  que para nosotros hubiéramos querido muchos. Pero tuvimos la suerte de profesarnos mutuo afecto y respeto, y por ende compartimos con él jornadas especialísimas de caza con cimbeles.

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JUan Manuel Alonso Rabazo. DEP.

Todos los aficionados cacereños sabían la parafernalia que usaba Juanma en su modalidad. Un coche grande repleto de los mil cachivaches que utilizaba en el montaje del puesto para la caza con cimbel de la torcaz. Juanma sabía tanto que tuvo que dar a conocer su amplio bagaje y lo hizo escribiendo dos libros sobre la caza de las torcaces, libros que ha publicado la editorial cacereña “Canchales” que dirige nuestro amigo Pepe Murillo. Escribo de Juanma y no comprendo cómo no voy a poder ir a verlo a sus tiendas  en la avenida Ruta de la Plata o en la de Camino Llano. Fui con él cuatro o cinco veces de caza a ese cotito que tenía en esos llanos encinados entre Monroy y Torrejón. Él montaba el puesto, movía las palomas cuando divisaba alguna torcaz en el cielo y cuando estaba a tiro, yo disparaba. ¡Qué mañanas más agradables compartimos en medio de la épica de la caza y el inefable sabor del invierno en el monte!  No sé cómo soportar este desgarro que ha abierto una herida en el sentimiento. No soporto el dolor de su mujer, querida Juani, ni de su niña, Jara, mi simpática y estimada alumna. Adiós Juanma. Te seguiré viendo eternamente cada vez que llegue el invierno y por el firmamento cruce alguna torcaz. Hasta siempre, amigo.

 


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