Rómulo Peñalver para Digital Extremadura, 29 de septiembre de 2025.- Con la llegada del otoño, los montes extremeños se convierten en un auténtico escenario sonoro. Es la época de la berrea del ciervo, uno de los espectáculos naturales más singulares y seguidos de la región, donde naturaleza y tradición cinegética se entrelazan con fuerza.
La berrea es patrimonio natural, un espectáculo que trasciende lo meramente cinegético. En Extremadura, tierra de dehesas y reservas, se juega en esta época la convivencia entre la pasión de los cazadores y el derecho del visitante a disfrutar de la naturaleza sin más fusil que la cámara fotográfica. El reto es claro: preservar el equilibrio entre tradición, conservación y desarrollo sostenible, para que cada septiembre el rugido de los ciervos siga estremeciendo la región.
Un rugido que estremece el monte

Comarcas fetiche de la berrea
En Extremadura hay enclaves que se han convertido en auténticos santuarios de la berrea. Las Villuercas-Ibores-Jara, la Siberia extremeña, el Parque Nacional de Monfragüe, el entorno de La Serena y la Sierra de Gredos, son lugares donde este fenómeno natural alcanza su máxima expresión. En Cañamero, Guadalupe o Cíjara, los bramidos forman parte de la identidad del territorio.
Entre turismo y caza
La berrea no solo es un reclamo cinegético —con monterías y aguardos nocturnos vigilados por agentes medioambientales para evitar la caza furtiva—, también se ha convertido en un motor turístico. Casas rurales, guías de naturaleza y empresas de observación ofrecen rutas para escuchar y contemplar la berrea en vivo, en un formato cada vez más demandado por familias y viajeros que buscan experiencias auténticas.






