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LA CIUDAD Y LOS PERROS – Carta de Opinión a Dex –

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Un perro por cada cuatro habitantes en Cáceres hace que miles de cacereños vean atenuado el confinamiento

La ciudad no es la Lima de 1962 ni los perros son los cadetes de tercer año del Colegio Militar “Leoncio Prado” de esa ciudad sino que, y con permiso de Vargas Llosa, la ciudad y los perros de esta reflexión se refieren al Cáceres actual, al del obligado (y necesario, añadiría) confinamiento y a los perros de verdad, a esos entrañables animales que tanta compañía dan en estos momentos de reclusión domiciliaria que, ajenos al coronavirus que nos asola, siguen necesitando su par de paseos diarios para aliviarse de sus necesidades más primarias y estirar sus patas.

Pero, por lo que se está viendo, ni sus paseos se concentran en los habituales matutinos y vespertinos ni el alivio es solo perruno…. He visto a canes salir (creo que incluso a regañadientes por el perezoso trotecillo con el que siguen a sus amos) cuatro, cinco y hasta seis veces para alivio no ya tanto de ellos como de sus dueños.

Con la excusa legal de poder dedicar unos minutos a poder sacar a sus mascotas sin alejarse demasiado de sus domicilios, los afortunados propietarios de estos animales gozan de un favor del que, los que no tenemos a nadie a quien pasear, carecemos y añoramos.

Al igual que ellos, podemos ir a comprar pan, leche, tabaco, paracetamol o a tirar la basura pero no disponemos de la dispensa gubernamental de darnos un garbeo al alba, al mediodía, a media tarde y al ocaso sin más fin que, con la excusa perruna, salir de casa a tomar el aire, estirar un poco las piernas y hacer tertulia con quien se cruza en su camino haciendo lo mismo. Desde mi balcón los he visto alargarse más allá de los veinte minutos durante los cuales, además, el suertudo de turno se apalanca en un banco al sol que tanto se apetece en marzo, a fumarse un cigarro o a charlar por teléfono…

Desconozco si los paseantes (y sus familias) de los 25.000 de estos fieles animales que pueblan nuestras calles son inmunes al Covid-19 o si, mejor aún, están dotados por una humanidad distinta a la mía que les impida contagiarlo. De los muchos que veo desde que mi balcón es mi desahogo, muy pocos llevan mascarilla y ninguno guantes.

Ya les he dicho a mi mujer y a mis hijas…. La próxima vez que den la noticia de que por algún país lejano anda suelto otro virus, me voy a la tienda de animales del Carrefour a compararme uno. Me da igual la raza. Y el tamaño.

Querría un nuevo mejor amigo que me diese la vidilla de la que ahora carezco.

MARAB


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