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La deuda, de Daniel Guzmán, la llaga de la vivienda que escuece hasta la impotencia

Rómulo Peñalver para Digital Extremadura.

Madrid, 20 de octubre de 2025.-

La película cuenta la historia de Lucas, un hombre de unos 47 años, que convive con Antonia, una anciana que lleva mucho tiempo viviendo en un piso céntrico de la ciudad. Su vivienda está amenazada porque un fondo de inversión compra el edificio para reconvertirlo en apartamentos turísticos. A partir de ahí Lucas hará lo que sea (o casi) por salvar la vivienda, acompañando la historia también de culpa, relaciones intergeneracionales, solidaridad y la degradación de los barrios al ritmo de la gentrificación.

Guzmán define que la vivienda “es uno de los mayores problemas del país” y que sin medidas sociales y gubernamentales es muy difícil solucionarlo.

La película funciona como un thriller social que además lleva una crítica bastante directa (aunque no excluyente) al sistema inmobiliario, la especulación y lo que le sucede a las personas que quedan al margen.

Algunas de sus claves:

1. La vivienda como derecho vulnerado

  • Guzmán afirma que la película no quería ser “reivindicativa” en plan puro panfleto, pero que el tema de la vivienda le salió “sin querer” porque lo vivió como un contexto realista, casi inevitable.

  • En ese sentido, la vivienda deja de ser solo “un techo” para convertirse en un vínculo vital: de identidad, de comunidad, de estabilidad afectiva, de dignidad. En el film, perder la casa no es solo perder un espacio físico, sino perder memoria, arraigo, conexión.

2. La especulación, los fondos de inversión, la gentrificación

  • El detonante de la trama es la compra del edificio por un fondo de inversión que quiere convertirlo en pisos turísticos, echando al actual vecindario. Este mecanismo sirve como símbolo de múltiples dinámicas reales: la turistificación, la expulsión de los vecinos originales, la transformación del barrio para otro perfil.

  • La película denuncia cómo la vivienda se ha convertido en mercancía o activo más que en bien social, lo que lleva a desigualdades, precariedad y fractura comunitaria. (“Todo está apostado al ladrillazo”, dice Guzmán)

  • También aborda los desahucios y la expulsión de personas vulnerables.

3. Vulnerabilidad intergeneracional y soledad urbana

  • Un tema importante es la combinación de la juventud (o mediana edad) con la vejez: Lucas y Antonia conviven, tienen una relación de mutua dependencia, vulnerabilidad compartida. Antonia representa al colectivo mayor, a menudo olvidado, que pese a tener arraigo lo ve peligrar.

  • El contexto de la vivienda está ligado a la precariedad laboral, a la falta de expectativas, a la fragilidad del “hogar” para muchas personas de mediana edad o mayores.

4. Culpa, moral y decisiones extremas

  • Más allá de la crítica societal, la película carga con un componente moral: “¿hasta dónde estás dispuesto a llegar para salvar tu casa o la de otro?” Esa pregunta obliga a Lucas a tomar decisiones arriesgadas.

  • La culpa aparece como tema transversal: culpa por la condición social, por las decisiones, por la exposición de los vulnerables. Guzmán menciona que la culpa “nos castra, nos impide avanzar”.

  • Esta capa moral permite que la película no sea solo denuncia, sino también fábula sobre relaciones humanas, solidaridad, redención.la deuda cartel

¿Por qué me parece que funciona bien la crítica?

  • Porque articula la crítica estructural (especulación, fondos, gentrificación) con el reto humano: un personaje concreto, una anciana, un piso amenazado, una comunidad rota. Esa humanización ayuda a que el mensaje cale.

  • Porque mezcla géneros: thriller + drama social. Eso hace que no sea solo “película de poso sociológico” sino también entretenida, lo cual amplía su alcance.

  • Porque apunta a la vivienda como un problema actual, vivo, que está ocurriendo hoy — no solo un tema histórico. En España por ejemplo se habla mucho de alquileres abusivos, de pisos turísticos, de expulsiones de barrios céntricos. La película lo refleja.

  • Porque no se queda solo en señalar “los malos” sino que pregunta sobre los afectos, la dignidad, la culpa, el vínculo entre generaciones: genera reflexión más allá del “esto es injusto”.

  • Algunas críticas señalan que la verosimilitud flaquea en determinados puntos: la mezcla entre thriller, persecuciones, entregas de dinero, etc., puede hacer que se pierda algo de realismo social puro.

  • Que, al querer abarcar muchos temas (vivienda, culpa, vejez, solidaridad, thriller) puede quedarse algo difusa en alguno de ellos: por ejemplo, la crítica estructural podría profundizar más, o la moral se siente algo “metida”.

  • Que como “película de problema de vivienda” no sustituye un documental o un análisis exhaustivo — pero eso no es necesariamente su objetivo. Es cine, no tesis.

Mi valoración personal

Creo que es una película muy necesaria en el contexto actual. A pesar de sus limitaciones, consigue hacer lo que debe: poner la mirada sobre la vivienda como derecho y como problema, desde un prisma humano, no solo técnico. Y eso la hace potente.

Además, al situarla en el Madrid real (barrios periféricos, viejos pisos, espacios urbanos degradados) le da credibilidad visual y dramática.

Si tuviera que pegarle una nota, diría que quizá “muy buena para los que quieran reflexionar”, y “entretenida para los que quieran thriller social”.