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La importancia de un congreso político 

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De cualquier reunión de individuos, bien sea de ocio o de trabajo, se pueden sacar múltiples experiencias. Los humanos tendemos a comportarnos siempre de manera bastante similar cuando se trata de nuestras pasiones, pues los sentimientos más íntimos, incluso los más elaborados, se corresponden con las pulsiones más primarias de las que disponemos (como la autoconservación, los propios apetitos (el hambre -no solo de comida-), la defensa de la familia, etc. No es totalmente generalizable esto que digo. Siempre hay personas que miran un poco más allá de sus hombros, en segunda o tercera jugada, pero son las menos y cuando lo hacen, suelen ser tipificadas por el grupo como débiles o inexpertas. O como ambas cosas.

Cuando se celebra un congreso político conviene hacer un repaso a sus reglas, a  las cumplidas y a las que no. No en vano, una reunión así, con sus protocolos y normas, es (o puede serlo) el principio de algo nuevo, pero también el mantenimiento, a todo trance, de lo existente, dependiendo de las circunstancias.

Dar un salto en el vacío tiene un riesgo. Que nada salga bien, Que se enroquen las personas en los territorios, que se enfaden las “tropas” y “hagan la guerra” por su cuenta…Pero también puede ser una manera distinta de enfocar el futuro, cambiando las inercias, que cuando son reiterativas acaban significando involución para todos. Lo decía Sábato, parafraseando a Shopenhauer: “Hay épocas en que el progreso es reaccionario y lo reaccionario es progresista”. Así que cuidado con eso.

El tiempo, y las siguientes decisiones, darán la razón (o no) a los ejecutores de una manera determinada de hacer política que pone en la diana el tener seguidores propios, esquivando los ajenos. Demasiadas veces en la historia de un partido la integración de las partes no ha funcionado, así que tal vez sea el momento de probar otras fórmulas donde el ganador “se lleve” (casi) todo. Y comience, en la nueva estructura de referencia, una  nueva época.  Para ello se ha tener inteligencia en la administración de la dosis. Una porción elevada de la misma podría ser contraproducente en algunos territorios, pero demasiada poca de aquella seguro será valorado por el público como desconocimiento, debilidad o pacto con los perdedores, en detrimento de los intereses de los que ayudaron.

Cualquier líder que inicia su gestión en una determinada responsabilidad tiene derecho a sus primeros cien días de mandato para poder enjuiciar sus propuestas. Una mano tendida no implica los ojos cerrados. Dentro de las organizaciones, tener cerca a los adversarios, para controlarlos, fue, desde antiguo, una máxima llevada a cabo por los líderes. Resulta pues una táctica diferente el ni siquiera “colocarlos” en su mapa interior.

Y habrá de tenerse en cuenta el contexto pues cada sujeto reacciona según él mismo y sus circunstancias. Cuanto más si hablamos de un partido político que por existir en diferentes territorios sufre los sobresaltos de cualquier jurisdicción y tiene una dependencia clara de los mandos a nivel nacional. Hacer buenos y seguros equipos  será clave. Equipos, no sectas, ni cuadrillas de amigos.

Carmen Heras


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