La naturaleza eterna de las jerarquías: diálogo entre derechas e izquierdas
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Sobre estas líneas, sesión de apertura de los Estados generales de 1789, en Versalles, según pintura de Auguste Couder.

Los Estados Generales de 1789 fueron una asamblea general extraordinaria convocada por el rey Luis XVI en Francia para encontrar una solución a la grave crisis financiera que padecía el país. Se componía de representantes de los tres estamentos de la sociedad francesa: el clero o Primer Estado, la nobleza o Segundo Estado, y el pueblo llano o Tercer Estado. La independencia que demostraron los diputados del Tercer Estado con respecto a los dos primeros estamentos y a la Corona, marcó el verdadero inicio de la Revolución Francesa que, según la historiografía clásica, sentó las bases de la democracia moderna y abrió nuevos horizontes políticos.

Jordan Peterson ha escrito sobre muchas cosas, pero si algo ha traído un dialogo permanente entre la sociedad es el porqué de la existencia de las jerarquías y qué hacer con ellas. Y a ello da respuestas este eminente psicólogo clínico y cultural.

¿Por qué existen las jerarquías? De forma acertadamente reducida Jordan Peterson postula que los organismos que cooperan y compiten con otros organismos de su tipo inevitablemente se organizan en jerarquías y nuestro sistema nervioso se ha adaptado a ellas, como si fuera un elemento permanente del ser.

Por tanto, las jerarquías no serían un producto social del patriarcado occidental ni del capitalismo, sino la consecuencia de un problema mucho más complejo, en el que entra de lleno la naturaleza compartida por animales y seres humanos: la organización de las estructuras.

Para entender mejor esta idea pone un ejemplo aparentemente nimio, pero clarividente: la langosta. Es parte de nuestro antepasado común, nos escindimos de ellas en la historia evolutiva hace 350 millones de años, y vive precisamente en jerarquías, concretamente provocada por su sistema nervioso formado por la serotonina y que está compenetrado con la jerarquía. Nuestro sistema nervioso y el de estos anfibios son tan parecidos que los antidepresivos funcionan también con ellos. Esta es solo parte de la idea para demostrar que las jerarquías no son una construcción sociocultural sino parte de la naturaleza. Otra cosa muy diferente es qué se hace con ellas.

Las jerarquías, por tanto, son inevitables: hay que solucionar problemas complejos y hacerlo socialmente. Y cuando implementas una solución a un problema complejo, socialmente produces jerarquías, porque hay personas más competentes en la implementación de soluciones que otras. Además, existe una jerarquía de competencias, seguida de una jerarquía de repartición de beneficios, y ambas jerarquías proponen una aglomeración desproporcional de recursos en la cima y desposeimiento en el fondo. Esa es la naturaleza de las jerarquías.

Las jerarquías son un problema, pero no pueden ser eliminadas al formar parte de la naturaleza. Si se quieren rectificar las consecuencias negativas de las jerarquías, se debe prestar atención a trámites más complejos que el marxismo -que rechaza el capitalismo y defiende la construcción de una sociedad sin clases y sin estado-. Aquí entra el juego político entre izquierdas y derechas.

¿Cuál debería ser la postura general de la izquierda? Recordarles a aquellos que se benefician de las jerarquías que esto tiene un coste: pisotear a la gente del fondo. Un coste eterno y no trivial. Y esto es en lo que la izquierda debe enfocarse, dando voz a aquellos desposeídos de las jerarquías. Además, la izquierda añadiría a las jerarquías la tiranía, pues pueden ser ocupadas inapropiadamente por personas involucradas en juegos de poder.

Por su parte, la derecha debería decir que las jerarquías son necesarias porque son organizativas y, sobre todo, productivas. Pero la jerarquía se puede rigidizar y verse dominada por gente corrupta. Y es muy probable que ambas cosas ocurran.

Esta constante tensión propone un diálogo sobre las jerarquías, naturales, inevitables y productivas pero que en manos equivocadas pueden pisotear a quienes estén desprovistos de las mismas o en inferior posición. Hay dialogo y es necesario: la derecha postula por la necesidad de las jerarquías, naturales y productivas, toleradas por la izquierda pero con la imperiosa necesidad de que sean mantenidas apropiadamente para que no se degeneren.

El problema comenzaría cuando ambas posturas cruzan los límites de lo establecido: la izquierda propone dejar de usar las jerarquías, algo que de ocurrir acarrearía una desorganización de las percepciones. Y lo más importante, el individuo no podría percibir el mundo, pues este solo se mira a través de una jerarquía de valor. No puedes percibir el mundo a no ser que hagas una cosa más importante que las demás, y eliminar las jerarquías derivaría en no saber a dónde mirar. Si no hay una cosa más importante que las demás, no hay objetivos. Si no tienes objetivos, no sabes dónde poner el foco y la vida acaba careciendo de sentido. 

Debemos, por lo tanto, aceptar vivir en esta continua y necesaria tensión. La necesidad de jerarquías -creadas natural y no socialmente- es defendida por la derecha, al ser productivas y dar sentido a la vida, pero teniendo en cuenta que hay una proclividad a que se patologicen, para lo que es necesaria la voz de la izquierda representando a los desposeídos de las mismas.


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