IMA CARMEN 2

Mamay Aldana: la fusión que reclama Cáceres entre los fogones de Perú y Extremadura

Gastronomía DEx, Cáceres, 1 de diciembre de 2025.

El mestizaje culinario entre Perú y Extremadura y el homenaje eterno a la cocina de las madres son los pilares sobre los que se levanta Mamay Aldana, el restaurante del Hotel Palacio Godoy que ha irrumpido en la escena gastronómica cacereña con un sello propio: identidad, memoria y vanguardia.

Ubicado en el corazón del recién rehabilitado Palacio Godoy, una joya del siglo XVI convertida en espacio cultural, turístico y gastronómico, Mamay Aldana no es un capricho hotelero: es un proyecto que hunde sus raíces en la historia de la ciudad. Sus salones nobles restaurados, los artesonados recuperados y los jardines que mezclan especies extremeñas y americanas construyen un relato que va más allá del plato. Aquí se viene a comer, sí, pero también a entender un diálogo entre mundos.

Un nombre con alma: Mamay Aldana

El propio nombre del restaurante es una declaración de intenciones: Mamay, “mi mamá” en quechúa, y Aldana, apellido de la madre de Francisco Godoy. La fusión nace desde el fogón familiar, desde la memoria compartida entre Extremadura y Perú, como si ambas tierras, separadas por un océano, se dieran la mano a través de una cocina íntima y reconocible.

El chef que ha hecho del mestizaje un principio

Al frente se encuentra Antonio Manuel Céspedes Rodríguez, chef de Ahillones (Badajoz) que ha hecho del respeto por el producto extremeño su bandera. Criado entre matanzas, huertos, quesos y dulces caseros junto a su abuela, Céspedes representa esa generación que mira fuera sin renunciar a lo que mamó en casa.

Su carrera se curtió en grandes templos culinarios. Se formó en La Casa Madre de Lasarte, en el universo de Martín Berasategui, y compartió fogones con él en Etxeko, el restaurante del hotel Bless de Ibiza con estrella Michelin. Ese aprendizaje —exigente, técnico y creativo— late ahora en cada plato que firma en Mamay Aldana.

Pero Céspedes no busca fuegos artificiales:
“El mestizaje no es mezclar por mezclar. Es la convivencia entre culturas con respeto por el territorio”, asegura.
Y ahí radica la clave de su propuesta: reinterpretar Extremadura desde una mirada abierta, influenciada por Latinoamérica, pero sin perder la raíz que lo sostiene todo.

Platos que cuentan historias

El menú está plagado de equilibrios que sorprenden sin romper. Ejemplos como la ensalada tibia de tomate regional con rape alangostado y vinagreta de licopeno, o la suprema de merluza ahumada con velo ibérico, salsa encocada y perfume de hinojo, ilustran esa búsqueda de una fusión honesta: refinada, sí, pero reconocible.

Si tuviera que elegir, el chef lo tiene claro:

  • Las patatas Virú, una versión de las bravas donde la clásica salsa deja paso a una emulsión fresca de ají amarillo.
  • El cabrito IGP de Extremadura con pesto de higuera y garrapiñadas caseras, un plato que remite a los guisos tradicionales extremeños con un toque latino que lo eleva sin desnaturalizarlo.

El equipo, su otro ingrediente imprescindible

Céspedes insiste en un mensaje que repite casi como un mantra:
“Un buen chef tiene que ser un buen líder. El equipo es lo mejor y lo más importante.”
La cocina de Mamay Aldana funciona como una pequeña familia que rema en la misma dirección, una idea que encaja a la perfección con el espíritu del restaurante.

Un futuro que ya es presente

La combinación de historia, patrimonio, producto local y mestizaje culinario sitúa a Mamay Aldana como uno de los espacios llamados a marcar tendencia en Cáceres. No es solo un restaurante: es la manifestación tangible de un tornaviaje cultural en el que Extremadura y Perú encuentran un punto común en la mesa.

En una ciudad donde cada vez más proyectos buscan identidad propia, Mamay Aldana se posiciona como una pieza singular dentro de la gastronomía extremeña: un palacio que renace y una cocina que mira al futuro sin olvidar el sonido del puchero de las madres.