En verano, hay más horas de luz, el clima acompaña, tenemos algo más de tiempo libre… y, muchos aprovechan para hacer más ejercicio como caminatas largas, nadar en el mar, hacer rutinas al aire libre o incluso probar deportes nuevos. Eso está perfecto, porque mover el cuerpo nos hace sentir mejor. Pero, ese entusiasmo veraniego viene con algunos detalles que no conviene pasar por alto.
Si estás haciendo más actividad física en tus días de descanso, también es importante cuidar algunos puntos fundamentales porque el cuerpo te pedirá más.
Hidratarse bien es básico pero muy importante
Esto parece obvio, pero no siempre le damos la importancia que merece. Con el calor y el ejercicio, perdemos muchos líquidos, y no siempre somos conscientes. La sed no siempre llega a tiempo, así que lo mejor es no esperar a tenerla para empezar a beber agua.
Si vas a hacer una caminata larga, a pedalear o simplemente a estar activo/a bajo el sol, lleva siempre una botella contigo. Y si el calor es muy intenso, piensa también en reponer electrolitos. No hace falta recurrir a bebidas deportivas industriales; el agua de coco o una limonada casera con una pizca de sal también sirven.
Protegerse del sol es más que una cuestión estética
Cuando hacemos deporte al aire libre en verano, estamos más expuestos al sol de lo normal. Si no usamos protección solar adecuada, de mínimo un SPF 30 que resista el sudor o el agua, terminamos más cansados, con riesgo de quemaduras y con menos ganas de repetir la experiencia. Además del protector, una gorra, unas gafas de sol y ropa transpirable también ayudan. Lo importante es no subestimar al sol; disfrutarlo, sí, pero con precaución.
Nutrición para acompañar el esfuerzo
Si te estás moviendo más, tu cuerpo necesita energía. Pero no cualquier tipo de energía, sino una que te alimente y te sostenga durante el día. En verano suele apetecer comer más fresco y liviano, que está perfecto, pero hay que asegurarse de que la comida cubra las necesidades del cuerpo.
En muchas ocasiones pasamos por alto el desayuno. Es muy común saltárselo o tomar solo un café rápido, sobre todo si salimos temprano a hacer algo de ejercicio. Pero si no arrancamos bien el día, el cuerpo lo nota. Para quienes entrenan por la mañana o hacen actividades largas, empezar con un desayuno completo y nutritivo donde incluyas alimentos como las gachas de avena es esencial. Son súper fáciles de preparar y se pueden adaptar al gusto de cada uno. Se hacen cocinando copos de avena en leche o bebida vegetal, y después se les puede agregar fruta fresca, frutos secos, semillas, un poco de miel, canela, yogur… lo que más te guste.
Descanso y ritmo personal
Otro aspecto que a veces olvidamos en vacaciones es el descanso. Nos entusiasmamos con tantas cosas que queremos hacer, que nos olvidamos de parar un poco. Pero el cuerpo necesita recuperarse. Dormir bien, estirar después de entrenar, hidratarse, no hacer rutinas demasiado exigentes todos los días… Escuchar al cuerpo es clave. Si un día estás más cansado/a, no pasa nada por aflojar. La cuestión no es competir con nadie, sino sentirte bien tú mismo con lo que estás haciendo.
Rutina de verano pensada para ti
Cada persona tiene su propio ritmo, y el verano es una gran oportunidad para descubrir cuál es el tuyo. Quizá te gusta entrenar a primera hora, cuando todavía no hace tanto calor. O prefieres moverte al atardecer. Lo importante es que lo hagas disfrutando, sin presión, y adaptándolo a lo que te hace sentir bien.