Rómulo Peñalver, cuatro de mayo de 2025.- El Teatro Romano de Mérida volverá a encender sus luces entre piedras milenarias para celebrar, del 4 de julio al 31 de agosto, la 71ª edición del Festival Internacional de Teatro Clásico, uno de los emblemas culturales más sólidos de la escena española. Este año, el lema que lo vertebra, “Mérida, donde historia y emoción se encuentran”, no es una fórmula vacía: es una declaración de intenciones.
Con una programación que supera las 150 representaciones entre funciones, pasacalles, conferencias, cine, talleres y propuestas paralelas en lugares como Medellín, Regina, Madrid y hasta fuera de nuestras fronteras, el certamen se expande y se consolida como un referente escénico de proyección internacional. Así lo demuestra también su presentación en Lisboa, Roma y Osaka, coincidiendo con la Expo Universal.
El corazón de todo sigue siendo, sin embargo, el coloso de piedra que es el Teatro Romano de Mérida, donde diez espectáculos –ocho de ellos estrenos absolutos– desplegarán este verano un cartel de altura, con nombres que suenan tanto en la escena como en el cine y la televisión: María León, Pepón Nieto, Isabel Ordaz, Lluis Homar, Natalia Millán, Álex O’Dogherty o Eva Isanta, entre otros.
Clásicos reimaginados y nuevos lenguajes
La apertura corre a cargo de Numancia, con dirección de José Luis Alonso de Santos, una revisión necesaria sobre la resistencia y la dignidad. La sigue Alejandro y el eunuco persa, una producción extremeña que habla de diversidad desde la raíz clásica.
Habrá también espacio para colaboraciones internacionales, como la del Festival de Ostia Antica en Roma, en un intercambio cultural que lleva ‘Ifigenia’ de Mérida a Italia, y que acoge un Edipo Rey en versión italiana, con subtítulos, demostrando que el teatro clásico trasciende idiomas.
Regresa también el musical, con Cleopatra enamorada, donde Natalia Millán y Álex O’Dogherty reviven a la pareja más célebre del mundo antiguo. Más adelante, nombres como María León en Electra, Lluis Homar en Memorias de Adriano, o Pepón Nieto en Los Hermanos prometen llenar de emoción y talento las noches emeritenses.
Más allá del Teatro Romano
El Teatro María Luisa acoge siete propuestas arriesgadas y valientes, desde la danza con sello caribeño (Reactor Antígona) hasta el humor de Antonia San Juan en Échale la culpa a Pandora. Las obras portuguesas Prometeu Agrilhoado y Agripina, la Menor estrechan lazos ibéricos y refuerzan la mirada europea del festival.
En paralelo, las extensiones en Madrid, Medellín y Regina mantienen viva la vocación descentralizadora del evento, acercando el teatro clásico a nuevos públicos, incluso a través de compañías inclusivas como la ONCE.
Un faro cultural desde Extremadura
La presidenta de la Junta de Extremadura, María Guardiola, subrayó durante la presentación que Mérida es ya “la envidia de muchas capitales del mundo”. No le falta razón. El Festival no es solo una cita imprescindible para amantes del teatro: es también un motor de empleo, turismo y autoestima cultural para la región. “La cultura es alimento del espíritu, pero también del desarrollo”, afirmó.
En esa misma línea se expresó el alcalde de Mérida, Antonio Rodríguez Osuna, que aplaudió la “maravillosa y extensa” programación que, pese a los desafíos administrativos de última hora, ha vuelto a salir adelante gracias al empeño de su director, Jesús Cimarro. “Mérida no es solo escenario: es protagonista”, sentenció.
Entre ruinas que siguen vivas
El Festival de Teatro Clásico de Mérida no es solo un evento: es un fenómeno. Una alianza entre la piedra y la palabra, entre el pasado y la emoción del presente. Una ciudad que cada verano renace entre versos antiguos, pero que hablan con voz nueva. Allí, donde los ecos de Séneca y Eurípides se funden con los aplausos de hoy.
Las entradas ya están a la venta, y con descuentos hasta la primera semana de julio. Quien asista este verano al teatro emeritense no solo verá espectáculos: asistirá a un ritual cultural que hace historia cada año.