DIVISION DE PODERES
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Para que una organización política  alcance la verdadera libertad  es indispensable que el poder del Estado se divida en varios grupos que puedan servir de control y se frenen entre sí. Fue el francés Montesquieu el que tuvo el acierto de divulgar esta tesis en su libro el espíritu de las leyes. Una teoría que no era original. Ya la difundió Aristóteles muchos siglos antes manteniendo que el poder concentrado se convierte en tiranía.

Para el filósofo griego el ideal de gobierno exige la división del poder en tres ramas: la primera es la deliberante, es decir el legislativo, la segunda corresponde a la gestión y la tercera al poder judicial, encomendado a jueces y magistrados independientes Jhon Locke también formuló la tesis con anterioridad pero hay que reconocer que la verdadera divulgación fue la de Montesquieu cuyo verdadero nombre era el de Charles Louis de Secondat con el noble título de Barón ,nacido en Brede y licenciado en Burdeos. En principio se rechazaron sus ideas, su ensayo tuvo que publicarse en la clandestinidad. Sin embargo se difundió con admiración. Mantenía que todos los seres tienen sus leyes, la divinidad, los animales y los propios hombres. Según este gran filósofo todo estaría perdido en una organización política si la misma persona,  grupo de nobles o del pueblo ejerciera un único poder, que sin ningún control se convertiría en despótico. Para no caer en el absolutismo ha de ejercitarse  por personas distintas y articularse de tal suerte que la ley sea cumplida en cualquier circunstancia, aunque hayan de declararse ilegítimos los actos del gobierno.

Parece que esta teoría tampoco era  nueva en su época. Decía el profesor Tierno Galván que todos los teóricos de su tiempo estaban impregnados de ella, si bien la realidad es que solo Secondat tuvo el acierto de explicarla y difundir sus postulados. Hoy se ha incorporado en todas las Cartas Magnas aunque reconociendo las dificultades que existen para mantener la tan invocada separación absoluta de los tres poderes.

Algunos tratadista  contemporáneos han analizado con escepticismo la tesis del francés entre ella Georges H. Sabine que le parecía muy bien combatir el despotismo pero consideraba   que las fórmulas presentadas eran “generalizaciones apresuradas”. Define la ley de una forma vaga y contiene su teoría una cierta contradicción, propone una superioridad del legislativo para después mantener la igualdad  y equilibrio de todos los poderes.

En cualquier caso, la doctrina es tan familiar que se recuerda constantemente cuando se vislumbra peligro para que se respete por ser la mejor forma de gobierno y se ha llegado a decir para atacar el planteamiento de la doctrina que “Montesquieu ha muerto” frase que se ha hecho famosa, emitida por un alto responsable político y que fue muy combatida por considerar la propuesta como un deseo de acabar con el equilibrio político.

Hay que recordar que todos los países de occidente mantienen la división de poderes que sin duda es una garantía de libertad y está demostrado que la concentración acaba en despotismo.

LA AUTORA ES ACADÉMICA CORRESPONDIENTE DE LA REAL ACADEMIA DE JURISPRUDENCIA Y LEGISLACIÓN


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