El sistema de etiquetado frontal Nutri-Score, diseñado para simplificar la elección de alimentos saludables mediante una escala de colores, ha estado en el centro de una creciente polémica. Aunque su objetivo inicial era mejorar la comprensión sobre la calidad nutricional de los productos alimentarios, las críticas hacia este sistema no han dejado de intensificarse, especialmente en España, donde se le acusa de ser incompatible con la dieta mediterránea y de perjudicar productos tradicionales como el aceite de oliva.
Como bien lo explica Enrique Rodríguez, experto en el sector de alimentación y bebidas, «Nutri-Score solo considera grasas y azúcares, ignorando otros aspectos clave, al punto de equiparar la leche con un refresco o una bebida energética. Solo el agua embotellada recibe una calificación A en este sistema». Críticos como Rodríguez apuntan que esta simplificación excesiva confunde al consumidor, y no refleja con precisión los beneficios de ciertos alimentos naturales. A menudo, algunos productos malsanos logran obtener calificaciones más favorables. Este tipo de incongruencias ha puesto en duda la fiabilidad de Nutri-Score para orientar correctamente las decisiones alimentarias de los consumidores.
En España, la resistencia contra el Nutri-Score ha sido constante desde su fallida implementación, pero en 2024 el rechazo alcanzó un nuevo nivel. La principal crítica se centra en cómo el sistema clasifica productos emblemáticos de la dieta mediterránea. El aceite de oliva, por ejemplo, fue inicialmente calificado con una «C», lo que generó indignación tanto en el sector agroalimentario como entre los consumidores. Ya en 2021, el Catedrático Emérito de la Universidad de Córdoba, Francisco Pérez Jiménez alertó sobre este problema al considerar que lo más grave del asunto del NutriScore es que “atenta contra el hábito más saludable de nuestro estilo de vida, la Dieta Mediterránea”. “En un momento en que los jóvenes se están alejando de nuestro estilo de alimentación insignia, la irrupción del Nutri-Score puede arrinconarlo definitivamente”, denunciaba Pérez Jiménez.
Aunque la calificación mejoró a una «B» tras ajustes al algoritmo, las quejas no han cesado.
El caso del aceite de oliva no es aislado, otros productos clave como los quesos manchegos, embutidos y conservas de pescado también son perjudicados por el sistema, según los productores. Es por ello que afirman que Nutri-Score no refleja adecuadamente el valor nutricional de estos alimentos, esenciales en la dieta diaria de millones de familias españolas. A esta misma conclusión llegaron los más de 60 investigadores de Universidades, Institutos de Investigación, del CSIC y de Centros Hospitalarios de toda España, que en 2021 publicaron el documento científico ‘Las razones científicas de lo inapropiado del Nutri-Score para atender los problemas nutricionales del mundo actual’, en el que expresaron que “el Nutri-Score elude algunos problemas graves de nuestros crecientes hábitos alimentarios, saltándose evidencias científicamente probadas”.
La Sociedad Española de Nutrición Comunitaria (SENC) también se ha expresado en contra del NutriScore al considerar que no valora correctamente la densidad nutricional ni la calidad global de los alimentos.
Desde entonces, las críticas hacia el sistema no han cesado y como consecuencia, los desarrolladores del sistema se han visto obligados a modificar el algoritmo que determina las clasificaciones del Nutri-Score. Un pedido que fue respaldado incluso por el Ministerio de Agricultura español, que ha sido uno de los actores más vocales en solicitar una revisión del Nutri-Score, argumentando que, además de los valores nutricionales, también deben considerarse los beneficios probados de productos tradicionales como el aceite de oliva. Varias organizaciones, como la Asociación Española de Municipios del Olivo (AEMO) y la Federación de Industrias de Alimentación y Bebidas (FIAB), también han respaldado este pedido. Sin embargo y a pesar de las constantes actualizaciones del algoritmo, el etiquetado sigue presentando importantes limitaciones. Los cambios constantes que ha atravesado, no hacen más que poner en duda la evidencia científica que respalda a esta herramienta.
España no está sola en su batalla contra el Nutri-Score. Italia ha sido uno de los opositores más constantes desde el inicio, argumentando que penaliza alimentos locales como quesos y embutidos. Incluso en Francia, país pionero en la adopción del Nutri-Score, las críticas han aumentado. En 2024, varias marcas francesas, como Bjorg, decidieron abandonar el sistema por su falta de precisión y transparencia, optando por alternativas como el «Planet Score», que incorpora criterios ambientales junto a los nutricionales. En Portugal, las autoridades también han bloqueado la implementación del Nutri-Score, argumentando que «no es adecuado para comparar productos dentro de la misma categoría» y que no cumple con los objetivos de guiar a los consumidores hacia decisiones más saludables.
Lejos de ser una solución clara y universal, el Nutri-Score enfrenta una oposición cada vez mayor en España y otros países europeos. Mientras algunos gobiernos y empresas aún lo defienden, las críticas por su incapacidad para adaptarse a las dietas locales y sus fallos en la evaluación de ciertos productos sugieren que su futuro pende de un hilo. Con más países y marcas explorando alternativas, parece cada vez más probable que el Nutri-Score sea reemplazado o modificado de manera sustancial en los próximos años.
España, en particular, será un campo de batalla clave en esta discusión, donde la defensa de productos tradicionales como el aceite de oliva estará en el centro del debate sobre cómo etiquetar los alimentos de manera más justa y efectiva.