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Más de veinticuatro años se tiró Sotero Barroso Jiménez guardando la cabriada del común.  Casi 600 cabras.  Todos los días del año, fueran laborales o festivos.  Solo faltó a la cita en una ocasión: cuando una enorme nevada cayó sobre el lugar y borró todos los caminos del término.  Las cabras debieron quedarse en las cuadras.  Siempre con su perro “Lobo” de carea.  Pasó muchas tormentas en la dehesa boyal y comunal, pero nunca le mató el rayo una sola res.  Desde que cumplió los treinta y dos años hasta los sesenta y uno bien requetecumplidos.  Antes, le tocó pasar las de Caín en aquella guerra que algunos no han condenado.  Si se libró por los pelos de la guadaña de “La Enlutada” en la batalla del Ebro, otro tanto le ocurrió en los duros combates en torno a la cordobesa Fuenteovejuna, donde bien creyó que dejaba el pellejo.

     Sotero era hijo de Ti Pedro Barroso Montero y de Ti Leoncia Jiménez García.  Había nacido un 22 de abril de 1916, cuando también veía la luz Yehudi Neuhin, que fuera renombrado violinista y director de orquesta ruso, de origen judío.  Todo el mundo le conocía por Ti Sotero “El Cabrero”.  Han pasado ya muchos calores desde que un año, celebrándose la festividad de San Antonio de Padua, calentando el sol con ganas, fuimos una cuadrilla de zagales a remojarnos al llamado “Charcu de lah Colmeníllah”, en el arroyo “Pizarrosu”.  A ojos de hoy, aquella poza nos parece un “revolcaeru de guarrápuh”, pero era lo que teníamos más cerca para mitigar el bochorno y aprender a flotar sobre las aguas.  Dejamos las ropas tras unos tamujos y, tal y como nos echaron al mundo, nos metimos en el charco.  Ajenos a lo que ocurría a nuestro alrededor, entre risas y chanzas, chapoteábamos como locos.  Cuando nos hartamos de tanto bracear, salimos y fuimos a por las vestimentas, pero éstas habían volado.  Allí, sobre las orillas pedregosas, en pelotas, nos encogíamos y tiritábamos por el relente del atardecer.  ¡A ver quién era el guapo que se atrevía a recorrer, descalzo y sin taparrabos, los dos kilómetros aproximados que había hasta el pueblo!

     Ti Sotero, nieto paterno de Ti Manuel Barroso Esteban y de Ti Manuela Montero Floriano, me lo contó años más tarde: “Resulta que loh vuéhtruh pádrih y loh de loh ótruh mucháchuh me dijun que si voh vía pegandu champuzónih en el charcu, que juera a ehcondíah y voh quitara lah rópah, y esu jué lo que jidi: me juí acercandu dehpacinu y, cumu vusótruh andábaih a lo vuéhtru, jadiendu chaplitéuh en metá del charcu, ni voh enteráhtei”.  No solo es que en aquellos años carecíamos de bañadores, sino que era todo un tabú el que los chavales se metieran en las pozas de los arroyos, del río y de la rivera que serpenteaban por aquellos términos.  El paisano me seguía narrando: “Cogí la ropa de un brazau y la juí ehcondiendu pa un lau y pa otru, pa,llí pal reol del charcu.  Aluegu, ehcondíu detráh de un alcornoqui, di en dal vócih, guarreandu igual que jadi la carabita del monti, la que canta de día y duermi de nochi.  Era ya antecinu de ehcurecel y m,acuerdu que voh entró un cerullu que pol pocu no se caga algunu lah pátah abaju”.

     Estaba muy claro que nosotros, mozuelucos de diez u once años, no habíamos sabido nadar y guardar la ropa.  Lo mismo que hoy le ocurre a altisonantes personajes que, yendo a su bola, se están arrancando los pelos y desgarrándose las vestiduras.  He ahí a Pablo Crespo Sabarís, ex secretario de Organización del PP gallego y número dos de la trama Gürtel, que, mientras doña Esperanza Aguirre fardaba de su estilo mariposa en climatizadas piscinas de la “beautiful people”, él apañaba sus trajes de diseño y rebuscaba en sus bolsillos la libreta de los sustos y los suspiros.  Muy clarito ha dicho que la condesa consorte de Bornos, que habrá de pasar bajo las horcas caudinas en los interrogatorios de la mentada y mafiosa trama, “lo tendrá muy complicado, por lengua suelta que sea”.  Y añade que ella conocía de sobra a casi todos los implicados en ese sucio y oscuro negocio, pues los veía en sus actos y hasta le fabricaron ex profeso para ella un atril de metacrilato, ya que la grande de España quería que “se le vieran las piernas”.

     Idem de lo mismo le ha ocurrido al amigo Pedro Sánchez Pérez-Castejón, secretario general del PSOE, que ha empatado a puntos con otra secretaria general, la del PP, doña Loli de Cospedal García.  Si ésta, mitineando en la localidad jurdana de Pinofranqueado para presentar a Monago y su cuadrilla, ubicó a la comarca extremeña de Las Hurdes dentro de Andalucía, aquél otorgó una nueva partida de nacimiento al ilustre poeta don Antonio Machado y Ruiz, haciéndole oriundo de Soria, para mayor cabreo o choteo del pueblo sevillano.  Para más inri, el amigo Perico, ensimismado como la de la peineta, en lucir su palmito con sus nataciones estilo crawl, se despreocupó de sus indumentos y ha hecho rugir a las Juventudes Socialistas por echarse en los brazos de Felipe González Márquez y por afirmar que éste es su referente moral y político.  De sobra es sabido que a quien todo el mundo señala como “el señor X” se le tiene, en muchos foros de izquierda, como un señorón burgués, enriquecido hasta los topes, traidor a las ideologías progresistas y al que le gusta nadar a estilo braza en las lujosas y privadas playas de sus poderosos amigos.  Y que ladren las bases del PSOE, que es lo que vienen haciendo pero sin atreverse a más.  Ya se sabe: perro ladrador, poco mordedor.  Lo peor de esta película es que, ahora, cierta gente, ya fuere en Pescueza o en Cieza, que atacó furibundamente al bipartidismo y que se considera la “crème de la crème” de la izquierda, se permita el aberrante lujazo de afirmar que, en las elecciones de mayo, le meterá el voto al PSOE.  Increíble estos bruscos virajes cuando la socialdemocracia española se ha derechizado más que don Alejandro Lerroux en los años 30 del pasado siglo y sus políticas económicas han estado impregnadas del mismo neoliberalismo que las del PP.  ¡Vivir para ver!

     Ti Sotero “El Cabrero”, aparte de ser diestro en apañar la ropa de los nadadores, afirmaba aquello de “Otoñá con flórih, primavera con dolórih”. Muy cierto es que el charco de “Lah Colmeníllah” rebosaba agua por todos sus costados el pasado septiembre.  Ahora, en pleno abril, sufre terrible estiaje.  ¡Cuánta razón tenía el nieto materno de Ti Custodio Jiménez Corrales y de Ti Paula García Hernández!  Nosotros aprendimos sobradamente a guardar debidamente la ropa y no distraernos en nuestros ejercicios natatorios.  Quedamos escarmentados y ya no volvimos al charco de “Lah Colmeníllah”.  Mala se ha presentado esta primavera. Mucho amagar el cielo pero escaso ha sido su lagrimeo.  Sequía en el campo y en las ubres del PP y el PSOE, a los que las encuestas les zurran tremendos palos.  Quien siembra vientos, recoge tempestades. Emerge una formación que lleva el carismático nombre de “Ciudadanos”. Muy republicana la palabra pero que no encaja en una derecha maquillada y cuyas propuestas ideológicas distan años luz de las aspiraciones de la clases trabajadoras.  La otra  izquierda, la que tiene pedigrí de izquierda-izquierda (radicales los llaman los niños pera y de papá y la gente de orden), jugando, como de costumbre, a los reinos de taifas y al “yo puedo más que tú”, zancadilleándose entre ellos y adobando una sopa de siglas que no hay dios que la digiera.

     Adiós Frente Cívico, como quería Julio Anguita, que aglutinara a todos los rojos y rojinegros, donde también deberían estar los socialistas de buena fe, que son muchos, pero para ello deberían dar un puñetazo sobre la mesa de sus jefes y oficiales, tan monárquicos y tan atlantistas.  La miopía histórica de la izquierda impide que se fragüe un frente unido, como ariete contra los desmanes de esa derecha política, económica, eclesiástica y judicial, tan atiborrada de Ratos, Bárcenas, Roucos, Botines, receptores de sobresueldos, amnistiados fiscales cobijados bajo siete llaves en sus anonimatos o magistrados que solo sancionan a jueces por husmear en la podredumbre y dejan a los suyos que sigan con sus noches de vinos y de rosas.  Imperdonable.

     Sotero, que se nos fue de este valle de lágrimas con casi 94 otoños a la par que Bela Ajátovna Ajmádulina, afamada poeta y traductora rusa, de etnia tártara, decía que él, para librarse de las tormentas, se ponía el traje de agua y se tiraba boca abajo a lo largo de un surco o de un regato seco.  Ojo con las tormentas de esta primavera, que hogaño traerán dolores a más de dos.  Y lo peor es que muchos no encontrarán un surco hondo o un regato a mano.  Nosotros, los que somos heréticos de por sí y aquellas que con sus miradas de océano embravecido fulguran a los mismos rayos, no tememos a las tronadas.  Estamos con Juan Goytisolo, memorable escritor que, hace cuatro días, recogió el Premio Cervantes, asistiendo al acto con una corbata de treinta años y un austero traje de cuadro, demostrando así que la inteligencia está reñida con el chaqué.  Con Goytisolo, queremos volver a Cervantes y asumir la locura de su más fabuloso personaje como una forma superior de cordura.  Seguimos diciendo muy alto con él que bien que podemos, pues no nos resignamos a la injusticia.  Y porque ya somos nadadores que sabemos nadar y guardar la ropa.

     


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