PUIGDEMONT, TOTALITARIO

En las democracias avanzadas occidentales la opinión se expresa individualmente y las alusiones al colectivo son propias de los que quieren arrogarse desde una posición política la representación del todo, despreciando el pensar de quién no comparte su ideología.

Esto lo hizo Mussolini, lo hizo Hitler, lo hizo Lenin, y Stalin y Mao y lo hace ahora Castro y Maduro, los más terribles totalitarios, fascistas, nacionalsocialistas y comunistas de la historia que pueden tener a sus espaldas en una estimación conservadora 200.000.000 millones de muertos.

En España, tenemos también a nuestros totalitarios, Franco fue uno de ellos y ahora nos tocan varios aprendices de brujos, destacando especialmente Iglesias y Puigdemont.

Esto último invoca totalitariamente el pueblo catalán ignorando en la forma más rastrera y mezquina posible que según las propias encuestas de la Administración Autonómica que todavía preside la mayoría del mismo es contraria a la independencia. Su intención totalitaria fascista y comunista es imponer por la fuerza su proyecto minoritario a esa mayoría y para eso necesitan acabar con la democracia, donde nunca podrán conseguirlo.

Es un juego de palabras cambiado, exactamente igual que hizo Adolf Hitler entre 1929 y 1933. «No subestimen la fuerza del pueblo de Cataluña» y lo dice quien despreciablemente ignora a la mayoría de los ciudadanos que viven en Cataluña. «Nos persiguen y acaban con la democracia» y lo dicen quienes llevan 40 años persiguiendo a quien no piensa como ellos y pretenden implantar una dictadura. «Votar es democracia» curiosamente el mismo lema del nacionalsocislismo alemán, con los colegios electorales llenos de camisas pardas y palizas a los contrarios. Se podría escribir más pero no es necesario. Son totalitarios, quieren acabar con la democracia y la libertad y deben ser apartados de las instituciones, pues no fueron votados para hacer esto, engañaron no a ese pueblo, que no les dio mayoría alguna, sino a sus votantes, que ahora están arrepentidos en grado máximo.

Tenemos que empezar a sopesar la posibilidad de dejar fuera de la legalidad a aquellos que no es que piensen de otra manera, que todo es posible en democracia, sino que quieren acabar con ella saltándose la Ley para imponer sus totalitarias ideas fascistas y comunistas. En Alemania ya pasa.