El Día Internacional de la Mujer se instituyó como reacción a un incendio en una fábrica textil en 1911, al parecer provocado por las protestas de las trabajadoras clamando por su situación laboral y contra el trabajo infantil donde perecieron más de cien mujeres. El ideal sería que no hubiera que destinar un día a recordar la desigualdad de sexos instaurada en muchos países en este siglo: que se pague igual por el mismo trabajo, que desaparezca la violencia de género, que se respeten todos sus derechos, pero con frecuencia siguen existiendo violaciones execrables, torturas inconcebibles, desprecios a las mujeres, anuncios publicitarios humillantes de graves consecuencias y no importa cómo se denomine esta iniquidad. Hay que rebelarse contra todas las crueldades. Según algunas otras crónicas, la declaración del Día Internacional de la mujer fue establecida en 1912 a propuesta de Clara Zetkin en una Conferencia Internacional en Copenhague poniendo de manifiesto la situación de las mujeres en el mundo. Esta alemana fundadora de la Segunda Internacional fue una figura importante en la lucha contra la opresión femenina señalando las injusticias y el maltrato sistemático.
Por otra parte en este momento histórico, este Día Internacional puede servir para recordar los sufrimientos de las mujeres de muchos países y de las niñas que tienen que aceptar la ablación del clítoris, el matrimonio forzado y otra grave iniquidad poco conocida: el aplastamiento, “planchado” de senos para que no lleguen a tener figura de mujer y evitar así el acoso de los hombres. No cabe una acción más humillante, remodelar a la víctima para evitar las tentaciones del agresor. Tristemente se practica en el interior del hogar por las propias madres imbuidas de tradiciones ancestrales. Varios millones de niñas sufren de esta forma el ataque a sus pequeños cuerpos.
Hay actualmente 155 países en los que la legislación discrimina a las mujeres y otros muchos que mantienen la aplicación de situaciones terribles infligidas a las niñas como este “planchado de senos” que la ONU define como “una práctica dolorosa que consiste en masajear o golpear sus pechos con objetos calientes para suprimir o revertir el crecimiento de estos”, en algunos lugares se utilizan los vendajes compresivos con el fin de impedir su crecimiento.
Un diario británico hizo público no hace mucho tiempo la aparición de varios casos de esta tortura en el Reino Unido, advirtiendo que muchas niñas emigrantes se encontraban en alto riesgo, lo que obligó al Gobierno británico a recordar que es una práctica ilegal y por tanto, perseguible por la ley.
Se trata de una de las cinco violencias contra la mujer que pasan desapercibidas en el mundo. En este día de recuerdo a las mujeres debe ponerse de relieve la permanencia de este hecho con el rechazo absoluto a tal situación y recordar la presencia de asociaciones tales como Renata y Gender Danger que condenan con contundencia la brutal acción y están difundiendo campañas para su persecución dada la gravedad de estas acciones que se ejecutan también con piedras calientes, espátulas y a veces con cinturones y producen un daño psicológico, físico y baja autoestima, difícilmente reparables.
Debe insistirse con contundencia que todas las mujeres y las niñas del mundo tienen derecho a la libertad y que se respete su integridad. Hay que actuar y es una oportunidad exponerlo en este Día Internacional de la Mujer.
Las reivindicaciones no deben caer en el vacío Es importante insistir para alcanzar la eliminación de obstáculos a los que se enfrentan mujeres y niñas en muchas partes del mundo y acabar con este horror. La humanidad será mejor. Es preciso conseguir el “universo moral” donde todos los ciudadanos, hombres y mujeres tengan los mismos derechos e idénticas obligaciones como seres humanos. Sería un ideal que no tuviéramos que recordar año tras año las injusticias que se infligen a una parte de la sociedad, sin motivo ni fundamento.