regadios
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Como suele ocurrir cuando se presentan épocas de sequía, los agoreros del ecologismo radical, aprovechan para salir a la palestra al objeto de demonizar a los regadíos, a los que consideran culpables de todos los males que existen en relación con el agua.

En los períodos en los que no hay sequía, centran el tiro arguyendo que los regadíos son fuente de contaminación por el uso de fertilizantes y pesticidas. Llueva o no llueva siempre están contra los regadíos, llevados por su extremista ideología.

Ahora aprovechando el período de sequía que padecemos, vuelven con la matraca de que hay que eliminar más de 1 millón de hectáreas de regadío en España. Así de un plumazo, sin anestesia ni nada. O sea que hay que mandar al garete, según su poco fundamentada opinión, más del 25 % de la superficie del regadío existente en España. Lo manifiestan sin tapujos en los diferentes medios de comunicación o en eventos a los que acuden.

Ni un solo argumento contrastado que justifique esta desmesura. Sólo su ideología.

Y qué hacemos con las familias que obtienen su sustento de esa superficie de regadío que quieren eliminar: ¿las mandamos al paro o a la emigración?

Argumentan que hay que recurrir a los cultivos de secano, como si cuando hay sequía meteorológica, es decir cuando no llueve, los secanos pudieran producir algo.

Ignoran, aunque debieran saberlo, que el regadío es de vital importancia, dado el clima mediterráneo que predomina en la mayor parte de España, para garantizar la seguridad y la suficiencia alimentaria de los españoles. Parece que no quieren enterarse de que el sector agroalimentario – que se basa en su mayor parte en los regadíos, pues más del 60 % de la producción de la rama agrícola se obtiene en ellos – es un sector estratégico del que España no puede prescindir. Pues si lo hiciera pasaríamos a depender del exterior, y no podríamos controlar ni la cantidad y la calidad de los productos agrarios que será necesario importar, ni los precios.

Estos ecologistas radicales parece que no tienen suficiente con la experiencia del sector energético. Se empeñaron en abandonar la energía nuclear propugnando el cierre de las centrales españolas de este tipo de energía y ahora se genera una gravísima crisis energética, que por sí solas las energías renovables son incapaces de resolver. Esto ha hecho que la UE haya declarado a la energía nuclear como energía verde, pues a pesar de sus riesgos, no influye negativamente en el cambio climático al no generar gases de efecto invernadero. Y es necesaria, al menos en un cierto tiempo.

No tienen en cuenta el esfuerzo que los regantes españoles están llevando a cabo para mejorar la eficiencia en la aplicación del agua, modernizando sus regadíos. Hoy día somos, junto a Israel, el país que mejor utiliza sus recursos hídricos, ya que el 77, 3 % de los algo más de 3,8 millones de hectáreas totales de riego de España, se riegan por métodos eficientes y de ellas algo más de 2 millones de hectáreas, el 53,7 % lo hacen por goteo que es un método de alta eficiencia. En España solamente se riegan por gravedad en la actualidad (datos de 2021) el 22,7 % de la superficie del regadío español.

Modernizar los regadíos fue el acertado camino que los regantes emprendieron en 1998 cuando se publicaron los primeros decretos nacionales y autonómicos que abordaban la modernización de las zonas regables, que se han complementado con la actuación de las 4 SEIASs (Sociedades Estatales de Infraestructuras Agrarias) hoy día fusionadas en una sola sociedad estatal.

Además, se siguen otros caminos para mejorar la sostenibilidad de los regadíos españoles. Entre ellos destacamos: uso de datos de estaciones agrometeorológicas y datos satelitales y de drones, para fijar con la mayor exactitud las necesidades de riego de las plantas. Control del grado de humedad del suelo con sensores para determinar los momentos idóneos para el riego. Mejora de la eficiencia energética de las instalaciones de bombeo con apoyo de centrales fotovoltaicas. Y telecontrol de las zonas regables.

Y de igual modo se llevan a cabo investigaciones sobre nuevos fertilizantes o fitosanitarios y el uso de especies y variedades de menos necesidades hídricas para hacer más sostenibles los regadíos y adaptarlos mejor a un cambio climático, que, según los expertos, prevé menos precipitaciones y más necesidades de agua para los cultivos, en un contexto de una mayor frecuencia de lluvias torrenciales y sequías.

El camino no es quitar más de un millón de hectáreas de regadíos como propugnan estos ecologistas extremistas, sino hacer que el riego sea más sostenible y también más productivo. De este modo aseguraremos la alimentación de los españoles a precios razonables y con una variedad de cultivos con cantidad y calidad suficientes.

Pero no es sólo eso. Defendiendo los regadíos mantendremos la población en el territorio, pues el regadío fija a las personas en las zonas de regadío ya que mejora rentas y empleo. Además, lucharemos contra el cambio climático dada la condición que tienen los cultivos de regadío de ser sumideros de CO2, al fijar las plantas este gas de efecto invernadero, cuando llevan a cabo la función clorofílica.

Y de paso las administraciones habrían de aumentar nuestra capacidad de regulación de agua construyendo nuevos embalses, para aprovechar los excesos de las lluvias torrenciales que anuncia el cambio climático, laminando avenidas y acumulando agua para usarla en momentos de sequía. De este modo se mantendrían las garantías del regadío, una vez que se han introducido los caudales ecológicos como restricción previa a los sistemas de explotación, para mejorar el estado de las masas de agua.

Eliminar más de un millón de hectáreas de regadío es un despropósito fruto de unas mentes ideologizadas hasta el radicalismo más absoluto. Y España no puede ni debe consentir esa barbaridad.


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