Cáritas Diocesana de Coria-Cáceres presenta su memoria de actividades 2024 con menos personas atendidas, pero con un perfil más complejo y vulnerable. 719 voluntarios y 39 profesionales sostienen una red que abraza, acompaña y dignifica.
R. DEx, Cáceres, 19 de junio de 2025.- En la presentación de la memoria anual de Cáritas Diocesana de Coria-Cáceres, las cifras hablan de una ligera reducción en el número total de personas atendidas —de 2.898 a 2.227— pero lo importante no es cuántas son, sino cómo llegan y en qué situación. El 61% de quienes han necesitado ayuda son inmigrantes, muchos en situación administrativa irregular, atrapados entre fronteras legales y el frío invisible de la exclusión.
El obispo Jesús Pulido fue claro: “No se puede celebrar la Eucaristía al margen del sufrimiento de los pobres”. Su frase resuena como una advertencia pero también como una llamada: la caridad no es solo asistencia, es vínculo, dignidad, justicia.
Un techo que ya no abriga
El drama de la vivienda ha sido una de las grandes emergencias de 2024. Personas que vivían con estabilidad han perdido el equilibrio por causas externas: alquileres disparados, contratos temporales, papeles que no llegan, familias desmembradas por la precariedad. Así lo explicó la secretaria general de Cáritas, Inmaculada Godoy, con la serenidad de quien ha visto demasiadas veces cómo un hogar puede desaparecer sin previo aviso.
Los hogares unipersonales y compartidos entre desconocidos crecen porque el alquiler aprieta, y compartir se vuelve la única opción. “Hemos acompañado a personas que nunca pensaron que necesitarían nuestra ayuda”, reconocía Godoy.
Un trabajo que no basta
En el área de empleo, Cáritas atendió a 460 personas. De ellas, 83 encontraron trabajo, 70 completaron formaciones con prácticas y otras 26 pudieron entrar en iniciativas de inserción como Remudarte o La Tajuela. Cada uno de estos nombres es una historia de esfuerzo y dignidad. Pero también una batalla cuesta arriba en un sistema que no siempre está preparado para acoger a quienes vienen con mochilas pesadas y papeles incompletos.
El programa de inmigrantes atendió a 441 personas, muchas sin documentación regularizada, pero con la misma necesidad de ser escuchadas, formadas y protegidas. Idioma, cultura, acceso a derechos: todo se construye desde cero, con acompañamiento y con paciencia.
El refugio en lo esencial
En el Centro Vida, junto a la estación de Renfe, convivieron 101 personas sin hogar. Otras 125 pasaron por el Centro de Emergencia Social, y 15 lograron dar un paso más y acceder a viviendas autónomas. En un sistema acostumbrado a medir resultados, Cáritas recuerda que cada noche sin frío y sin miedo también es una victoria.
La atención a familias llegó a 176 personas. La de mayores, a 34 que, gracias a la ayuda a domicilio, pudieron quedarse en casa. Son cifras pequeñas, pero profundamente humanas. Porque nada sustituye a una conversación, a una visita, a un rato de compañía frente a una tarde de soledad.
Comentario editorial
La caridad como estructura, no como gesto
En un mundo que exige resultados rápidos, Cáritas trabaja a fuego lento. Escucha, acompaña, sostiene. No compite, no presume. Simplemente está. Y en ese estar persistente —humilde pero constante— radica su fuerza.
Detrás de cada número de la memoria 2024 hay un rostro, como recordó el director Damián Niso. Y detrás de cada rostro hay una herida, una pregunta sin respuesta o una esperanza que aún resiste. Eso es lo que esta memoria nos devuelve: la certeza de que aún hay red, aunque el suelo tiemble. Que aún hay manos, aunque las políticas no lleguen. Y que mientras haya personas —personas voluntarias, personas heridas, personas comprometidas—, habrá esperanza.