Gran Premio de Austria 2.018. Circuito Red Bull. Lleno.
Humo. Ese fue el factor determinante de la carrera. El humo. Más específicamente, el humo blanco. El que no quiere ver ningún piloto por sus retrovisores.
En los entrenos y clasificación, Mercedes mostró una superioridad tremenda. Bottas partía primero y Hamilton segundo. Tras ellos e intercalados, Red Bull y Ferrari. Vettel era el último de los mejores, sexto, por penalización al molestar a Carlos Sainz durante la Q2 del sábado.
Fernando Alonso inició el gran premio desde el garaje tras la sanción por cambiar de todo, incluido el alerón delantero. Luego iremos a eso que tiene miga el asunto.
Se apaga el semáforo y Kimi se pone en paralelo con los dos Mercedes. Hamilton consigue la primera plaza y el finlandés la segunda. Verstappen se sitúa tercero. Bottas a mitad de la primera vuelta adelanta por fuera al Red Bull y al Ferrari y afianza el segundo lugar. Muy bien Bottas en esa maniobra enmendando su error de la salida. Sainz, que empezó noveno, perdió varias plazas y Fernando ya estaba en el furgón de cola.
Pasan la primeras vueltas y todos ordenaditos. Hasta que llega la vuelta trece y Hulkenberg, compañero de Carlos en Renault, se queda sin potencia y ve por sus retrovisores la fatídica nube de humo blanco escupida por el escape de su bólido. Una vuelta después le sucede lo mismo a Bottas. Hay que retirar dos bólidos, coche de seguridad virtual.
Red Bull y Ferrari realizan un doble cambio de neumáticos. Por detrás entraron también casi todos. Gomas duras y hasta el final del gran premio. Pero Hamilton no lo hace. ¿Por qué? ¿Qué me estaba perdiendo? ¿Qué sabían los de Mercedes que no sabíamos los demás? Era tan obvio el cambio de ruedas… Mi cara debía ser como la del de Martes y Trece disfrazado de Encarna de Noche guillando el ojo repetidamente.
Se lanza la carrera y Lewis pregunta por radio la causa por la cual él no ha cambiado gomas y los demás sí. Buena pregunta, pensé. ¡Y por la radio, su ingeniero le pide perdón! Su equipo acaba de robarle la victoria. Era incomprensible. El error de estrategia más surrealista de los últimos años lo acababa de cometer la todopoderosa Mercedes. Al menos, si le metían al garaje saldría por delante de Vettel y sería bueno para el mundial. Y así lo hicieron. Dos fallos de esa magnitud hubieran sido el “despiporre”.
Debido a todos estos incidentes y su gran salida, Verstappen mandaba en el circuito propiedad de Red Bull. Ricciardo era segundo, Kimi tercero, Hamilton cuarto y Vettel quinto. Carlos Sainz no conseguía entrar en los puntos y Alonso había ganado cuatro o cinco puestos entre adelantamientos y averías de los demás.
Y con el humo aparece otro protagonista al margen de los pilotos. El blistering. Los chichones que aparecen en los neumáticos debido al calor del asfalto. Ricciardo empieza a sufrirlos y tiene que entrar a cambiar. Hamilton también sufre el calvario del blistering. Carlos Sainz reporta por radio vibraciones y falta de agarre por el mismo tema. A Max le pregunta su ingeniero que como va ya que observan desde el muro ampollas en una de sus ruedas delanteras. Max contesta que él se siente bien, que todo ok. Este piloto es genial.
Tras el cambio de neumáticos, el humo aparece en otro bólido con motor Renault. El de Ricciardo. Y unas vueltas después el Mercedes de Hamilton dice basta tras la paliza a la que le sometió el inglés debido al cabreo y frustración con la que iba pilotando. Fernando Alonso se da cuenta de todo esto y adelanta a los Sauber, a los Williams y a un Toro Rosso. Un Force India despistado o por blistering hace un cambio de neumáticos y Alonso se sitúa octavo. Como leéis. ¡Octavo! Con uno de los peores coches de la parrilla y saliendo desde los boxes, Fernando Alonso volvía a estar en zona de puntos. Sobrenatural.
Pero lo más raro de todo era que el McLaren de Fernando corrió con un alerón delantero del año pasado. Sus neumáticos no sufrieron blistering y su motor Renault no rindió a mal nivel. Os digo raro por no decir un taco ya que me parece impresentable que en McLaren anden tan perdidos a estas alturas. El equipo inglés se quedó sin morros debido a los accidentes de Fernando y Sotffel en los libres. Tuvieron que mandar alerones delanteros del año pasado, por eso Fernando salió el último, y los pusieron sin ni siquiera probar el grado de inclinación del mismo. Ha resultado que el coche funciona mucho mejor así. Han encontrado algo bueno por pura suerte. Da la sensación que en vez de un equipo son la peluquería de la Señorita Pepis.
En fin, que Súper Max ganó, gestionando un motor al límite y el blistering como si tuviera 500 grandes premios a sus espaldas, cuando solo tiene 20 años. Vettel vuelve a liderar el mundial tras el estropicio de Mercedes. Fernando nos volvió a regalar una carrera fantástica. LeClerc volvió a puntuar y Sainz empieza a tiene demasiada mala suerte.
El mundial de Fórmula 1 está precioso. Del de fútbol, mejor ni hablar.
Próxima estación: Gran Bretaña, esta semana.
Carrera:
Así va el mundial de pilotos: