R. DEx, Badajoz, 7 de julio de 2025.- – En el amplio jardín de la Residencia Universitaria de Fundación CB (Rucab), se escucha el sonido de las risas, las canciones que se escapan de un taller de música, y el chapoteo de una piscina improvisada que sirve para refrescar el calor de julio. Para muchos de los 277 participantes del campamento Respiro Familiar, este no es solo un lugar de ocio; es un espacio de libertad, de autonomía y de descubrimiento.
Por sexto año consecutivo, la Fundación CB y Plena Inclusión Extremadura unen esfuerzos para convertir los meses de verano en una oportunidad única para las personas con discapacidad intelectual y sus familias. “Aquí se sienten seguros, se divierten, se relacionan. Para nosotros, como padres, es un descanso vital”, confiesa Carmen Rodríguez, madre de Álvaro, un joven de 19 años con grandes necesidades de apoyo.
Un verano para todos
El programa se divide en dos acciones: un campamento para 158 adultos con discapacidad intelectual y un servicio de respiro familiar para 119 menores. Ambos tienen un objetivo común: favorecer la conciliación laboral y familiar mientras los participantes disfrutan de actividades que fomentan la inclusión social.
En la Rucab no faltan talleres creativos, sesiones deportivas y excursiones a piscinas naturales o pueblos cercanos. “Queremos que cada uno de ellos viva el verano como cualquier otra persona de su edad, con experiencias que les permitan crecer y sentirse parte de la comunidad”, explica Isabel Gómez, coordinadora del campamento.
Mucho más que ocio
Para las familias, especialmente las monoparentales o aquellas que conviven con hijos con problemas de conducta graves, el Respiro Familiar se ha convertido en un salvavidas. “Es el único momento del año en el que puedo descansar un poco, coger aire y saber que mi hijo está bien cuidado y feliz”, dice con los ojos húmedos Antonio Jiménez, padre de Marta, de 11 años.
Además, la Fundación CB va más allá con proyectos como Casa Viva, un futuro hogar adaptado para ofrecer atención integral a personas con discapacidad intelectual y del desarrollo. “La idea es garantizar que nadie se quede sin un lugar donde recibir apoyo cuando más lo necesita”, subrayan desde la entidad.
LUPA DEx
El derecho a descansar y el deber de cuidar
Lo que ocurre cada verano en la Rucab no es un lujo, es un derecho. Un derecho para quienes cuidan 365 días sin descanso, para quienes conviven con discapacidades que multiplican las dificultades y también para quienes merecen, como cualquier ciudadano, una infancia o una juventud llena de juegos, amigos y aventuras.
Pero el respiro no puede depender solo de la buena voluntad de entidades como Fundación CB o de iniciativas puntuales. Es necesario que las administraciones públicas asuman como prioritario garantizar estos espacios de alivio y crecimiento. No basta con reconocer en discursos la “importancia de la inclusión”; hace falta presupuesto, políticas sostenidas y compromiso real.
Porque descansar no es un privilegio: es un acto de justicia para las familias que ya lo han dado todo.