La Basílica Santa Eulalia de Mérida se convertirá el próximo jueves 14 de marzo en el escenario de un concierto único, en el que la música sacra y la luz de más de un millar de velas crearán una atmósfera mágica y envolvente.
La Coral Augusta Emérita, bajo la dirección artística de Francisco Javier Gómez Hurtado, interpretará un repertorio de piezas de compositores como Mozart o Bruckner, que abarcan desde el siglo XV hasta el XX. El concierto, que tendrá lugar a las 20,30 horas, es gratuito y forma parte de las actividades del Año Jubilar Eulaliense, que conmemora el 1.700 aniversario del martirio de Santa Eulalia.
El formato candle light, que consiste en iluminar el espacio únicamente con velas, es una propuesta que la Coral Augusta Emérita llevaba tiempo queriendo realizar, inspirada por los espectáculos que se celebran en otros países, como Estados Unidos. Según ha explicado Gómez Hurtado, se trata de una forma de “realzar la belleza del monumento y de la música” y de ofrecer al público una experiencia “diferente y emotiva”.
Para ello, se han preparado unas 1.200 velas, que rodearán a los 30 músicos que componen la coral, que ha incorporado a ocho nuevos coralistas en los últimos dos años. Los asistentes, cuyo aforo está limitado a unas 400 personas, podrán acceder al recinto a partir de las 20,15 horas, ya que se requiere un tiempo previo para encender todas las velas.
Además del concierto en la Basílica Santa Eulalia, la Coral Augusta Emérita tiene previsto realizar una peregrinación hasta la Catedral de Oviedo, donde se encuentran los restos de la mártir emeritense, y cantar una misa el 7 de julio. Con estas actividades, la coral quiere contribuir al Año Jubilar Eulaliense, que celebra la figura de Santa Eulalia como patrona de Mérida y de Extremadura.
El delegado de Cultura, Antonio Vélez, ha elogiado el trabajo de la coral, que ha calificado como “uno de los principales activos culturales” de la ciudad, y ha invitado a los ciudadanos a disfrutar de este concierto, que será “algo realmente memorable” y que demuestra que “en Mérida se pueden hacer cosas que no se pueden hacer en ningún otro sitio”.