Yonatan. DEP.

Un joven nicaragüense  muere tras una brutal reyerta en pleno centro de Cáceres

Cáceres despierta con horror en una mañana teñida de violencia

R. DEx, Cáceres, 21 de septiembre de 2025.- El reloj apenas rozaba las ocho cuando la calma del domingo se quebró en la avenida Virgen de Guadalupe de Cáceres. Frente al Hotel Alcántara y junto al estanco 24 horas, en los aledaños de La Madrila, dos grupos de jóvenes comenzaron una discusión que terminó en tragedia. Yonatan Eduardo Espinoza Castellano, de 25 años y nacionalidad nicaragüense, quedó tendido en el suelo tras recibir golpes y patadas cuando ya estaba inconsciente.

“Seguían pateándole mientras yacía inmóvil”, narran testigos. La imagen estremeció a vecinos y transeúntes. La Policía Nacional y el 112 acudieron de inmediato, tratando de reanimarle. Fue trasladado al Hospital Universitario, donde ingresó en estado crítico y finalmente falleció en la UCI.

La investigación policial avanzó con rapidez. Cinco jóvenes de entre 21 y 29 años fueron detenidos poco después en la avenida Ruta de la Plata. Se les atribuye su participación directa en la reyerta.

El delegado del Gobierno, José Luis Quintana, ha calificado los hechos de puntuales, destacando la actuación policial y la detención inmediata de los sospechosos. Sin embargo, el trasfondo de violencia gratuita, odio y nocturnidad sigue sin respuestas claras.

Una familia rota y sin recursos

Yonatan llevaba tres años residiendo en Cáceres, donde había tejido amistades y buscaba un futuro mejor. Su familia, devastada, lanzó un llamamiento en redes sociales para poder costear el sepelio. Horas más tarde, la diócesis de Coria-Cáceres ofreció apoyo y el Ayuntamiento confirmó que se hará cargo de los gastos funerarios.

“Era un chico tranquilo, trabajador, que vino a buscar una vida digna”, relatan allegados. Su muerte deja un vacío en la comunidad migrante y abre heridas difíciles de cerrar.

Lupa DEx: Violencia que interpela a todos

La muerte de Yonatan no puede despacharse como un hecho puntual. El delegado del Gobierno se equivoca de plano. Cada víctima de violencia en nuestras calles lleva detrás una historia, una familia, un sueño roto. Cáceres se ha despertado con la noticia de un joven extranjero asesinado a golpes, y no basta con contabilizar detenidos ni redactar atestados.

La violencia que humilla, que remata en el suelo, nos recuerda la fragilidad de la convivencia. Nos obliga a mirar de frente la exclusión, la precariedad y el vacío educativo que dejan hueco a la brutalidad.

Hoy, Cáceres no solo llora a Yonatan. Llora también la falta de respuestas sociales para frenar que la violencia se convierta en el lenguaje de quienes no saben construir futuro. La justicia tendrá su camino, pero la sociedad debe hacerse cargo del suyo.

La imagen de un joven en el suelo, apaleado cuando ya estaba inconsciente, debería sacudirnos más que cualquier estadística.

Yonatan vino a Cáceres buscando vida. Encontró la muerte en una avenida que esta a partir de este fatídico domingo graba su nombre entre susurros, flores y lágrimas.

Que no nos gane la indiferencia. Porque la violencia no distingue ni barrios, de nuevo La madrila en sus aledaños, ni horarios, ocho de la mañana después de una noche de diversión, ni nacionalidades. Porque cada patada a un cuerpo vencido es también una patada a la conciencia colectiva.