daños arqueologicos

Un saqueo inadvertido en la Vía de la Plata de seis millones de euros y siglos de historia bajo tierra

Rómulo Peñalver para Digital Extremadura, 5 de agosto de 2025.- El subsuelo extremeño guarda secretos milenarios que, cuando salen a la luz, deberían enriquecer nuestra memoria colectiva. Pero esta vez, en lugar de una revelación científica, ha sido una retroexcavadora la que ha hecho hablar al pasado… a gritos.

Agentes del Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) han destapado una actuación calificada ya de barbarie arqueológica en una finca agrícola del término municipal de Casas de Don Antonio, a escasos metros de la Vía de la Plata. Allí, siete personas están siendo investigadas por destruir parte de un yacimiento romano de incalculable valor histórico, en lo que se ha considerado un delito contra el patrimonio histórico y daños agravados valorados en más de seis millones de euros.

La operación, iniciada en febrero de 2025 a raíz de una denuncia del agente del Medio Natural de la Junta de Extremadura, comenzó como una sospecha y ha terminado por confirmar un auténtico desastre patrimonial. La Fiscalía Provincial de Cáceres dio la voz de alarma tras conocerse que en una finca particular se estaban realizando trabajos de remoción de tierras, sin autorización alguna y sin supervisión arqueológica, pese a encontrarse en una zona declarada Bien de Interés Cultural.

La Vía de la Plata: más que una ruta histórica

La Vía de la Plata no es una simple calzada romana. Es un eje vertebrador de historia, comercio, cultura y civilización que ha sobrevivido siglos de imperios, guerras y olvidos. Lo que no ha podido soportar es el paso de un tractor con subsolador.

Según el informe de los técnicos del Seprona, en la finca se ejecutaron labores de roturación para transformar los cultivos existentes en una plantación de olivar en régimen superintensivo. Las consecuencias de esa intervención son estremecedoras: apertura de zanjas, excavaciones profundas y movimientos de tierra que han destrozado alrededor de 25.000 metros cuadrados de terreno con restos romanos. En palabras sencillas: se aró la historia con maquinaria moderna.

Restos arqueológicos como escombro

Lo hallado en la inspección técnica parece más propio de una excavación científica que de una tragedia cultural. Fragmentos cerámicos, ruedas de molinos, vasijas de gran tamaño, bases de prensa, sillares y tejas romanas. Todo ello aparecido en superficie, fraccionado y descontextualizado, fruto de la acción directa de las máquinas.

Además, los trabajos afectaron al cauce del Arroyo de las Zorreras, cuyo trazado fue alterado artificialmente durante las labores. Una imprudencia doble: ecológica y patrimonial.

Pérdida irreparable de información

La Consejería de Cultura de la Junta de Extremadura ha sido tajante. Su informe, emitido por la Dirección General de Bibliotecas, Archivos y Patrimonio Cultural, confirma la gravedad del desastre. No hubo control técnico, ni seguimiento arqueológico, ni autorización administrativa. Peor aún: se destruyó la estratigrafía arqueológica, es decir, la capa de tierra que contiene el orden cronológico de los restos.

La arqueología no solo trata de desenterrar objetos, sino de entender el tiempo a través de cómo y dónde están esos objetos. Aquí, ese relato ha sido mutilado. Lo que se ha perdido no se mide solo en dinero, sino en historia.

Investigación abierta

La Guardia Civil ha trasladado las diligencias al Juzgado de Primera Instancia e Instrucción nº 1 de Cáceres. Los siete investigados podrían enfrentarse a cargos por delitos contra el patrimonio histórico y daños agravados por imprudencia grave. Las obras, por supuesto, han sido paralizadas.

Lupa DEx: ¿Cómo se protege realmente nuestro pasado?

Este caso reabre una pregunta incómoda: ¿están suficientemente protegidos nuestros bienes arqueológicos frente a intereses agrícolas o económicos? La respuesta, vista la dimensión de este daño, parece clara: no.

La combinación de olvido administrativo, falta de vigilancia y escasa conciencia patrimonial sigue dejando expuesto el corazón arqueológico de Extremadura. Y mientras tanto, bajo nuestros pies, ruinas que podrían contarnos historias aún no escritas siguen corriendo el riesgo de convertirse en escombros.

Extremadura no solo es tierra de futuro: también lo es de un pasado que nos pertenece a todos. Y cuidarlo no debería ser opcional. Y sí, prioritario, cueste lo que cueste.