SALE A LA CALLE EL NÚMERO 35 DE LA REVISTA “LAS HURDES”

Prácticamente, casi todas sus colaboraciones venían de las plumas de gente de fuera de la comarca jurdana.  Su ideología era conservadora, nacionalcatoliscista, paternalista y con ciertas connotaciones regeneracionistas pero con mucho olor a sacristía y a ñoñas caridades de los todopoderosos.  Vieron la luz 51 números, que no hace mucho fueron digitalizados por el Centro de Documentación de Las Hurdes, cuyo responsable es el hijo de la alquería jurdana de El Cabezo, José Pedro Domínguez Domínguez.

La II Época transcurre en la década de los 80 del pasado siglo, siendo sus cabezas visibles los jurdanos Casto Iglesias Duarte, maestro y natural de la alquería de El Cerezal, y Manuel Domínguez Roncero, sociólogo y nacido en la alquería de El Cabezo.  En esta etapa, la revista toma un cariz totalmente progresista y sus páginas son escritas en su práctica totalidad por hijos de la comarca de Las Hurdes.  Será en el año 1999 cuando se inicie la III Etapa, que, al igual que la anterior, viene respaldada por la Asociación Sociocultural de Las Hurdes (ASHURDES).  Continúa con su carácter progresista y reivindicativo y, aunque asume  sin complejos todas las sombras y luces de ese territorio tan legendario, muchos de sus artículos ofrecen una visión mucho más racionalista y científica de la historia, de la antropología, de la etnografía, de la arqueología o de la sociología inherente a tal comarca natural, integrada por siete concejos.

En este número, cuya portada  nos muestra una maravillosa fotografía en blanco y negro del campesino jurdano Antonio Crespo Crespo, de la alquería de Martilandrán, con la típica cachimba jurdana en sus labios, se abre en sus primeras páginas con una  descripción del concejo de Pinofranqueado, a tenor de las relaciones topográficas de 1575.  El profesor y arqueólogo Antonio González Cordero nos realiza, a continuación, un estudio detallado de “Los grabados del pico del Arrobuey”.  La página que sigue se debe a la pluma del maestro José Luis Rodríguez Plasencia y versa sobre “La arquitectura negra en Las Hurdes”.  No falta la colaboración habitual de Domingo Rendo Domínguez, hijo de la alquería de Las Mestas y autor del libro “Las Hurdes, turismo histórico, cultural y religioso”, que, en esta ocasión, plasma la segunda parte de “La tradición apícola de Las Hurdes”.  Igualmente, aquel otro maestro e hijo de la alquería de La Sauceda, José Luis Sánchez Martín, continúa, en su capítulo II, con el trabajo titulado “La leyenda negra de Hurdes”.  Finalmente, Jerónimo Roncero Pascual, de Nuñomoral, cierra con el artículo “Algunos cambios en las denominaciones de los pueblos de la comarca”.  En la contraportada, vuelve a aparecer otra interesante foto que lleva como pie “Estampa familiar.  La Fragosa, 1967”.  Otra gavilla de preciosas imágenes  ilustra este número, cuyos autores son los articulistas citados, a los que se añade el jurdano Ángel Iglesias Crespo.