salva

Cartas a Ari : FEBRERO 2021

Querida Ari. ¿Qué yo te olvide? Bien sabes que nunca jamás. Y sabes también, aunque me veas desde el Eliseo, que te siento echada a mi lado, o trotando cerca  cuando voy por ese monte de Dios. Querría contarte muchas cosas buenas; per, por desgracia, en esta patria nuestra de nuestros pecados ocurre poco y malo en general. Sí, ya sé que soy pesimista e inclinado al lado oscuro; pero qué le vamos a hacer. Por lo menos me precio de sincero.

Ayer, lo de Cataluña. De mal en peor. Hoy mismo me escribe mi amigo Joaquim Rosell, catalán de pura cepa (¡y español!) y me dice que mucha suerte van a necesitar, tal como pinta el panorama. Con eso te lo digo todo.

Lo de la epidemia no hay por dónde cogerlo, hermana. Ahora parece que remite algo la tormenta, pero va un año de cadáveres que da grima contarlo. ¡Cuánto penar para morirse uno! como dijo aquel excelente poeta y desgraciado miliciano de Miguel Hernández. No sé ya cuánta gente habrá muerto desde que empezó esta calamidad. Es horrible, Ari. Mejor te hablo de otro asunto, que ese  no da nada más que amarguras.

La caza. Que es lo tuyo y lo mío. Ha salido ya “Soliloquios de un cazador”, mi último libro sobre lo que nos ocupa. A ti te dedico tres o cuatro capítulos con sus consiguientes fotos. Pues eso, imagínate qué voy a decir de todo aquello que vivimos ambos, cuando yo iba con la escopeta en brazos y tú cazando a unos metros de mí. Por cierto ¿sabes qué me entró hace unos días? Un hermoso gamo, al que le metí dos balitas con mi “sarriugarte” del 20. No, no, todo en regla y absolutamente legal. Faltaría más. Ya, ya; entiendo lo que me dices: Si yo soy de patos y perdices, ya lo sé; pero “la caza como la da el monte”. Así que cumplí como es menester.

Otro día te contaré más cosas. Ahora vamos a ver una de John Ford, y así nos evadimos de la triste realidad. Un cordialísimo abrazo. SCM