Héroes y tumbas
La matraca era un artefacto de madera de forma rectangular alargada con un vacío en un extremo, que servía de asidero. A un lado y otro de la madera había dos semi aros de hierro que, al agitar la matraca, se movían golpeando con fuerza unas brocas adheridas a dicha madera. Total, que la matraca hacía un ruido de mil demonios.
Cuando éramos monaguillos, en Cuaresma y ya casi en Semana Santa, salíamos unos cuantos, armados de matracas, por las calles del pueblo, para anunciar a la buena gente del lugar que llegaba el tiempo de evocación de la Pasión del Señor. Dábamos la matraca cosa fina. Tanto que la locución “dar la matraca” pervive en nuestras hablas coloquiales y habituales para referirnos a aquello que, por repetido, molesto y pesadísimo, se ha vuelta mero hartazgo y absoluto empacho.
Le sucede a un servidor de vuesas mercedes con la omnipresente cantilena de la ideología de género. No hay donde poner los ojos que no tropiece uno con la matraca de la vaina esa del género. ¡Los clavos de Cristo! Pero si género es un concepto gramatical que determina si una palabra es masculina, femenina o neutra. Pues no; se refiere a hombres y mujeres, y a todo eso otro que se ha adueñado de los medios de comunicación.
No negamos una evidencia. Las mujeres han sido maltratadas en la Historia y relegadas a un segundo plano. Muy mal, fatal. Desde que me conozco no comprendo cómo se puede tratar así a una mujer, como si fuese un ser inferior. ¡Que no lo es! Ha habido – ¡ay! y hay – merluzos que consideran a la mujer como propiedad, e incluso las maltratan – ¡ay! y las matan – . Caiga sobre ellos el peso de la ley (garrote incluido). Ahora resulta que quien dice proteger a la mujer redacta una ley que saca del trullo a maltratadores, violadores y asesinos ¡Las barbas del Profeta!
Tanto dar la matraca con la pertinaz ideología de género y luego legislan esa bazofia. Ya está bien de oír y leer a cada instante proclamas feministas o feminosequé, que lo tienen a uno hastiado y aburrido de semejante cantilena. Hace un montón de años que venimos oyendo y leyendo que no cesan el maltrato, las violaciones y los crímenes de mujeres. En este diciembre pasado se han disparado los casos ¿Qué medidas son esas que no sirven para nada? ¿A qué tanta alharaca, tanto pasquín y tanto barullo color violeta?
El mostrenco sigue con la idea fija de que “mía o de la tumba fría”, y agrede y mata; y luego a la cárcel o se mata él mismo ¿Cuántas van hogaño? Ha de haber, tiene que haber otro remedio, senda o camino que ponga sordina a esta lamentable sangría. Desde luego el petardo insufrible de esta matraca de la ideología de género – ¿de qué genero, epiceno, ambiguo, común en cuanto al género, pluralia tantum? – no sirve. A ver cómo convencemos a los merluzos maltratadores, violadores y asesinos de que si no se entienden con su…lo que sea, que pongan tierra por medio en vez de tirar por la tremenda. Anda.