Acaba de producirse un nuevo hecho terrorífico, una persona muy cruel asesina a su novia y a la hija de esta de tan solo ocho años. Cuanto habrán sufrido las dos víctimas hasta llegar a este final. Lo indignante es que el presunto asesino tenía antecedentes graves de malos tratos a su pareja anterior. Parece que la fallecida no conocía este importante dato y tampoco ha recibido protección especial. Se dice que no es posible proteger en todas las circunstancias pero hay que poner todo el esfuerzo por conseguirlo El drama es la perdida de personas que estremece a la toda la sociedad y nadie parece saber cómo acabar con las sobrecogedoras estadísticas.
Hay que recordar que el Tribunal Supremo dictó en noviembre de 2015 una notable sentencia que negaba a un maltratador el régimen de visitas, sin aceptar ningún tipo de medidas que pudieran significar contacto alguno con el menor como consecuencia de su conducta maltratadora. En esta nueva tragedia preocupa que no se hubiera establecido protección a las víctimas ante una persona con este desequilibrio.
Sin duda la violencia de género es una patología que produce gran dolor y tiene que evitarse con total contundencia el sufrimiento de las mujeres y de los inocentes, que deberían ser ajenos absolutamente a los conflictos familiares.
Como ha mantenido y se ha divulgado extensamente, el ilustre profesor Llorente, considera que agresiones intra familiares o de convivencia doméstica en sus diferentes formas que afectan también a los niños, residen en un concepto patriarcal que, generalmente pretende el dominio de la personas considerando más débiles a las mujeres y los menores, que tienen que aceptar la sumisión .
Este diario ya ha señalado que es habitual defender la no injerencia en estas situaciones alegando que es un área perteneciente al ámbito privado, sucede detrás del muro de la vergüenza en el recinto doméstico, incluso permanece la idea de que si no se ha denunciado es porque no hay interés por resolver el problema. Sin embargo en este nuevo suceso de un asesinato terrorífico hubiera sido exigible comunicar a la nueva pareja los precedentes del comportamiento del novio, patentizados en anteriores relaciones y otros datos que, al parecer, eran muy significativos y preocupantes.
El alto Tribunal en la citada sentencia determinó con total claridad en otro caso concreto que la patria potestad no puede otorgarse a una persona maltratadora y debería negarse a aquellos que presentan alguna enfermedad mental o conducta desequilibrada que esté verdaderamente acreditada.
La Sala del Tribunal Supremo, con buen criterio, destacó que el retraso en denunciar de la víctima, invocado como atenuante, no suponía merma en su credibilidad, que en numerosas ocasiones el silencio se mantiene por miedo insuperable y por ello denegó igualmente el régimen de visitas, sin aceptar ningún tipo de contacto con el menor, considerando la evidente existencia de riesgo. Hay sucesos que crean más estremecimiento si se ha denunciado sin resolución alguna pero lo cierto es que cualquier indicio de mal trato debe ser suficiente para proteger a las posibles víctimas.
Se sabe por las noticias de prensa que toda la familia y los ciudadanos están sobrecogidos por la actuación del novio en este suceso concreto, como es natural. Van ya muchas muertes, sin sentido. Ha pasado el tiempo en el que la prensa decía:” mató a su mujer, sin causa justificada”, pero la violencia no acaba.
No puede concebirse este episodio que ha consternado a toda persona de bien y que por las premisas conocidas podía haberse evitado si las instituciones sociales hubieran reaccionado con decisión comunicando los antecedentes y manteniendo una protección que evitase al novio cometer semejante barbaridad. Es fácil acudir a estas reflexiones, una vez que se ha producido tan tremendo asesinato pero importa que se refuerce la atención sin dejar ni un detalle sin advertir.
Todos los responsables tienen que modificar sus planteamientos especialmente los que tienen competencia para resolver y la sociedad entera está obligada a denunciar cuando se prevea una relación conflictiva. No es admisible la pasividad.
Ahora se dice que nunca debe volver a pasar pero es tarde para la joven fallecida, para su pequeña hija y para toda su familia cuyo dolor es imposible mitigar.
La autora es Académica correspondiente de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación